Fernando Insua Romero | Las muletillas en los debates
as muletillas no son exclusivas de Ecuador pero aquí parecen tener un impacto especialmente fuerte
En los últimos años los debates electorales en Ecuador han dejado algo en claro: las propuestas de los candidatos giran en torno a preocupaciones del momento y pocas veces van más allá de la superficie. Es como si todos decidieran sumarse a la tendencia del día, repitiendo ideas que prometen mucho pero dicen poco. Recordemos la fiebre por las cámaras de seguridad. Hace unos años todos ofrecían cámaras “en cada esquina”. No importaba si las ciudades tenían otros problemas estructurales, las cámaras eran la respuesta universal. Algunos llegaron a usarlas como sinónimo de gestión moderna, olvidando que por sí solas no resuelven el crimen ni mejoran la percepción de seguridad; puedo tener cámaras pero sin respuesta policial inmediata y con peleas entre organismos que las operan, son una herramienta en muchos casos desperdiciada.
Hoy vivimos algo similar con la inteligencia artificial. Candidatos de todos los niveles prometen que la IA solucionará problemas tan variados como delincuencia, eficiencia del transporte público y hasta combate a la corrupción. ¿Cómo? Ese es el problema: casi nunca explican cómo. La IA se ha convertido en una nueva muletilla, la respuesta mágica que mencionan para ganar votos pero que pocos parecen entender realmente.
Lo mismo pasó con las alianzas público-privadas. En varias campañas el término se convirtió en un mantra que evocaba progreso y modernidad. En la práctica, muchos proyectos prometidos bajo este modelo nunca vieron la luz y los que lo hicieron no siempre cumplieron con las expectativas, evidenciando que no basta invocar conceptos, hay que tener una estrategia clara para implementarlos.
Las muletillas no son exclusivas de Ecuador pero aquí parecen tener un impacto especialmente fuerte. Quizás porque nuestra democracia compleja aún se mueve por impulsos emocionales y respuestas inmediatas. Sin embargo, el problema de fondo no es la repetición de ideas de moda, sino la falta de profundidad. Los debates deberían ser espacios para discutir soluciones concretas, no para decir palabras de moda.
Aunque las tendencias cambien, los problemas reales siguen ahí, esperando algo más que una muletilla.