Fernando Insua: El garantismo constitucional

Uno de los principales desafíos radica en poder aplicar medidas efectivas contra organizaciones criminales violentas
Ecuador es un país en guerra, aunque no se reconoce como tal. Esto lleva a cuestionar la forma en que abordamos el tema de la seguridad, que debería ser tratad desde diversas perspectivas. Tras los últimos reveses en la materia, como los traslados de cárceles publicitados por el Gobierno pero revertidos en pocos días, la liberación de terroristas y la falta de regulación en nuestras fronteras, surge la pregunta sobre la naturaleza legal de nuestro Estado y si esa legalidad realmente está al servicio de los ciudadanos o en su contra. La adopción de una constitución garantista, que busca proteger los derechos individuales y las libertades civiles de los ciudadanos es un paso importante hacia la construcción de una sociedad justa y democrática. Sin embargo, en situaciones donde la violencia de bandas criminales amenaza la seguridad y el orden público, los defectos de tal enfoque se hacen evidentes. No se trata de eliminar derechos, sino de entender que algunas constituciones modifican ciertas garantías de acuerdo a situaciones de guerra o emergencia nacional. Por ejemplo, la Constitución de los Estados Unidos en su art. I, Sección 9 establece una cláusula que permite la suspensión del ‘habeas corpus’ en circunstancias excepcionales de seguridad nacional.
Uno de los principales desafíos radica en poder aplicar medidas efectivas contra organizaciones criminales violentas. Una constitución garantista limita las acciones del Estado, pudiendo dificultar la respuesta rápida y decisiva necesaria para combatirlas. Las garantías legales destinadas a proteger derechos de los acusados pueden ser utilizadas por bandas criminales como escudos legales, obstaculizando la labor de las fuerzas de seguridad y dificultando la obtención de condenas. Y la protección de derechos individuales en un contexto de violencia criminal puede dar lugar a la impunidad. Los delincuentes pueden evadir la justicia o recibir penas leves, lo que en un marco de corrupción generalizada, socava la confianza en el sistema de justicia y perpetúa la sensación de inseguridad en la sociedad. La guerra contra el narcoterrorismo ya está entre nosotros; no podemos fingir que no pasa nada, creyendo que un espectáculo televisivo con tanquetas militares es una estrategia efectiva.