Fernando Insua: Gorrita de papel
Renovar a Juan Pueblo es renovar nuestra conexión con esos valores
Juan Pueblo, creado en 1918 por Virgilio Jaime Salinas, ha sido un símbolo esencial del guayaquileño común. A lo largo de los años su imagen ha cambiado en varias ocasiones. En los años 70 su apariencia fue modernizada y en 1992 fue nuevamente actualizada. Este 2024 una nueva renovación ha generado polémica, sorprendentemente, en torno al tono de la piel de Juan Pueblo, como si fuéramos nórdicos escandinavos. Sin embargo, este debate no debería opacar lo que realmente representa nuestro símbolo: el esfuerzo, la solidaridad y la resiliencia del pueblo de Guayaquil.
La crítica al color de su piel es superficial e innecesaria. Juan Pueblo no representa una etnia o clase social específica, sino a todos los ciudadanos, incluyendo hombres y mujeres de todos los estratos. Es un reflejo de la diversidad de la ciudad y sus luchas cotidianas. Más allá de su apariencia -que ha cambiado a lo largo del tiempo- lo que realmente importa son los valores que encarna: trabajo duro, unidad y el espíritu indomable de los guayaquileños. Esto, que a veces olvidamos, lo recordamos vagamente cada 25 de Julio o 9 de Octubre, cuando los grandes hitos históricos de la ciudad vuelven a la memoria.
Lo positivo de la controversia es que ha vuelto a poner a Juan Pueblo en el centro del debate, recordando su importancia como símbolo cultural en medio de una situación difícil para la ciudad. En estos tiempos de dificultades e incertidumbres, su figura trae una luz de esperanza que viene de la añoranza de lo que alguna vez fuimos, y podemos ser de nuevo, recordándonos que a pesar de los retos, los valores guayaquileños permanecen. La administración actual se conecta con lo bueno y simbólico de administraciones anteriores, no para abandonar los símbolos que nos unen, sino para reconectarlos con las nuevas realidades que nos forman como pueblo. Una conexión que demuestra que lo esencial de Guayaquil permanece vigente en su gente.
Renovar a Juan Pueblo es renovar nuestra conexión con esos valores. Un reflejo de que en nuestra ciudad y dentro de nuestros corazones habita este personaje con gorrita de papel, orgulloso de su origen, critico de sus circunstancias y constructor de su futuro.