Premium

La guerra del terror

Avatar del Fernando Insua Romero

No hay que dejar de ser críticos y observantes hacia las acciones del régimen

Las bombas y el terror volvieron a recordarnos lo frágil que somos como sociedad. Lejos de buscar soluciones permanentes para que la paz no sea derrotada, hemos reducido toda discusión al enfrentamiento entre lassistas y correístas. Para los radicales, la única solución a la violencia es la eliminación del adversario político.

La acción del Gobierno contra los terroristas ha demostrado que cuando se quiere actuar se actúa, que la sociedad está dispuesta a respaldar la acción del Estado contra el terror siempre y cuando asuma sus responsabilidades, sin empantanarse en inacciones y discursos vacíos.

No pedimos que los hombres y mujeres renuncien a su libertad política y se subordinen completamente al poder estatal para garantizar su seguridad física y vital. No hay que dejar de ser críticos y observantes hacia las acciones del régimen. Pero si los actores sociales somos todos, acordemos un mínimo de gobernabilidad para alcanzar un Estado fuerte y unido que pueda ejercer un bloque institucional que permita plantarle cara al terrorismo en esta guerra ya iniciada contra aquellos que quieren ver a nuestra sociedad de rodillas ante el miedo.

El filósofo inglés Thomas Hobbes definía en sus leyes de la naturaleza que cada hombre debe procurar la paz hasta donde tenga esperanza de lograrla y, cuando no pueda conseguirla, entonces puede buscar y usar todas las ventajas y ayudas de la guerra. Que existe un derecho natural, a la libertad de cada hombre, que lo autoriza a usar su propio poder, según le plazca, para la preservación de su propia vida, y por lo tanto a hacer cualquier cosa que conciba como la más adecuada para alcanzar ese fin.

Así que el Estado unido, activo y eficiente puede ejercer (en unidad con sus ciudadanos y ciudadanas) todo el poder y la fuerza necesarios para vencer al terrorismo con el uso legítimo de la fuerza. El Estado debe hacer frente a los criminales y no hacerse a un lado. No son tiempos de colores e ideologías, lo que ahora peleamos es nuestro futuro y nuestra existencia como nación.