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Mi hogar

Avatar del Fernando Insua Romero

Caminar por la avenida 9 de Octubre y ver entre las caras de ese Guayaquil céntrico a ese grupo llamado Boca 9, símbolo de la amistad que trasciende el tiempo, quienes se reúnen desde hace más de 50 años en el mismo punto.

Hoy decidí recordar lo que admiro, lo que amo y lo que me hace sentir parte de esta ciudad: Guayaquil. Los paseos por el malecón, las tertulias frente al río Guayas con amigos, el mismo río donde fueron arrojadas las cenizas de mi abuela, el frecuentar por las noches la picantería La Culata, querido punto de encuentro cultural, el calor que extraño cada vez que viajo.

El observar a las iguanas del parque Seminario frente a la catedral cada vez que lo cruzo y me da paz, darme cuenta de la interculturalidad de mi ciudad en los vecinos chinos de mi edificio, que a duras penas se entienden con el ucraniano del piso 10 que hace 30 años juró hacer de este puerto su hogar.

Caminar por la avenida 9 de Octubre y ver entre las caras de ese Guayaquil céntrico a ese grupo llamado Boca 9, símbolo de la amistad que trasciende el tiempo, quienes se reúnen desde hace más de 50 años en el mismo punto; el desayuno con amigos al salir de la radio, la conversación loca y mágica con aquella que decidió cruzar el océano y medio mundo para trabajar aquí, el shawarma de la movida y abrahámica Urdesa, la misma Urdesa de mi primera enamorada, el peloteo en el sur y Ceibos.

Hablar con el profesor autodidacta de ajedrez en la Entrada de la 8, a quien conocí mientras construía una escultura en uno de los talleres de la zona y quien comparte mi afición por la literatura y la historia bélica. Añorar con ternura a aquella carpintería del suburbio donde aprendí a hacer maquetas, mis tardes en la biblioteca, los amigos que luchan por promover la cultura en esta ciudad por medio del teatro, la pintura, la música o la danza.

Hoy decidí recordar al Guayaquil del cual se enamoraron visitantes extranjeros, a los cuales en otra región del país les aconsejan que no vengan; hoy recordé mi vida entre sus calles con sus altos y bajos; hoy recordé a quienes amo y viven aquí; hoy decidí que al terror no le voy a seguir el juego. Hoy más que nunca me quedaré contigo, Guayaquil.