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El Mundial de la vergüenza

Avatar del Fernando Insua Romero

Nuestros futbolistas no tienen la culpa de esto, pero no dejemos de recordar que mientras el fútbol está por comenzar una gran celebración, la justicia, la dignidad y la vida humana están por comenzar un amargo luto.

En pocos días los ojos del mundo estarán puestos sobre Qatar, una monarquía absoluta, sin democracia, gobernada por la familia Al Thani; nación con nula tradición futbolística, pero que cuenta con los suficientes petrodólares como para generar serias dudas sobre la forma en que la sede del Campeonato Mundial del rey de los deportes fue adjudicada. Estas dudas no pasaron desapercibidas para el mundo, en especial para el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que hizo pública la corrupción sistemática que permitió que Qatar y Rusia puedan adjudicarse la organización de los eventos mundialistas del 2018 y 2022, respectivamente. Más de la mitad de las personas involucradas en los votos para estas adjudicaciones han sido acusadas de irregularidades. De este mar de corrupción no se salva ni el famoso equipo francés París Saint-Germain (PSG) en la figura de su presidente, el empresario catarí Nasser Al-Khelaïfi. Pero si hay algo más grave y que causa oprobio a nivel mundial es que nuestras selecciones jugarán sobre estadios manchados de sangre. Según la Organización Internacional del Trabajo, 50 obreros murieron (el diario inglés The Guardian eleva la cifra a 6.500), 500 trabajadores sufrieron heridas graves y 37.600 sufrieron otras lesiones de diverso tipo durante las obras de construcción; trabajadores inmigrantes fueron sometidos a jornadas brutales de trabajo, bajo un clima abrazador y en estado de semiesclavitud. El famoso comediante Chaplin diría ante esto: “Ríe y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote la espalda, te dejará llorar”. Así es como el mundo le ha dado la espalda a miles de seres que lloran en silencio y en el anonimato el trauma de por vida que les dejará esta “fiesta del deporte”. Parece que las autoridades del emirato se han olvidado de los preceptos de valor de la vida humana, incluso olvidando el lema del propio país, que en árabe reza lo siguiente: ‘Qasamān biman rafa’a as-sam’. Jurando por el que erigió el cielo. Nuestros futbolistas no tienen la culpa de esto, pero no dejemos de recordar que mientras el fútbol está por comenzar una gran celebración, la justicia, la dignidad y la vida humana están por comenzar un amargo luto.