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Sin tiempo para rodeos

Avatar del Fernando Insua Romero

Así que seamos prácticos en diciembre: regalemos un libro de oraciones, una pistola para defendernos o un ataúd

El presidente de la República desistió de la denuncia de concusión que hizo contra cinco asambleístas y pidió a la Fiscalía archivar el caso. Uno de los motivos esgrimidos es que “fueron comunicados por terceras personas”. Increíble de creer que uno de los tantos frentes de batalla abiertos por el propio presidente sea basado en un rumor que jurídicamente le resultó difícil de sostener. Esto, junto al escándalo de la negativa del presidente de apoyar la elección del superintendente de bancos Raúl González, quien fue elegido de una terna que, al menos en teoría, fue remitida a la Asamblea por él mismo. Con estos casos se evidencian muchos errores jurídicos y pronunciadas contradicciones, hacen sentir que el desvarío ya es la norma, sugiriendo que el círculo político del presidente anula su percepción de la realidad, todo un pentagrama ritualista de oscuro significado que lo encierra. El presidente de la República, por lo tanto, es reducido a un mero representante de un Estado que no gobierna y al cual no parece entender, a pesar de haber pasado antes por la función pública.

Guillermo Lasso dijo en campaña que en 100 minutos arreglaría el país. Ya pasó el tiempo y el recurso en el cual basa su permanencia en el cargo de “o soy yo o viene Correa’’ y el “todos los gobiernos anteriores tienen la culpa’’ ya no dan más. Esto, junto a la percepción ciudadana de ser usados para satisfacer el deseo de trascendencia y protagonismo de nuestros líderes, nos erosiona, nos lastima, aumenta el descontento social y nos quita la esperanza de un mejor futuro.

El tiempo se agota. De no existir diálogos exitosos entre los poderes del Estado, las organizaciones sociales y de los señores feudales que dirigen el país, sin medidas claras y contundentes en materia de seguridad, estaremos asistiendo en poco tiempo a un cuadro siniestro donde la inseguridad, el narcoterrorismo, la emergencia hospitalaria, la debacle administrativa y la poca fe en el sistema democrático nos sumerjan en una crisis social sin retorno que nos augura una amarga Navidad. Así que seamos prácticos en diciembre: regalemos un libro de oraciones, una pistola para defendernos o un ataúd.