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Tinta roja

Avatar del Fernando Insua Romero

Nuestro problema es el sistema

En la antigua República Democrática Alemana se contaba un chiste que relataba cómo un trabajador alemán conseguía empleo en la también comunista Unión Soviética. Consciente de que su correo sería leído por los censores, les decía a sus amigos: “Establezcamos un código: si la carta que les envío está escrita con tinta azul, lo que en ella les diga será verdad; si está escrita con tinta roja, será falso”. Un mes después, sus amigos recibieron una primera carta escrita con tinta azul: “Aquí todo es maravilloso: las tiendas están llenas, la comida es abundante, los apartamentos son amplios y en los cines ponen películas occidentales… Lo único que no se puede conseguir es tinta roja”.

Nosotros en el Ecuador escribimos 'democracia' con tinta azul, porque no tenemos la tinta roja para poder describir este sistema en el que gobierna un pequeño grupo que solicita nuestro voto para hacer lo que deseen sin consultarnos. No utilizamos la tinta roja, ya que lo que tenemos es un sistema de movimientos y caudillajes que no representan a los ciudadanos. Ni siquiera el Consejo de Participación Ciudadana, que toma nuestro nombre y dice representarnos, pudo sostener una agenda ciudadana y se ha volcado hacia los partidos que lo auspician. Nuestro sistema está repleto de movimientos de masas que buscan exacerbar las divisiones entre unos y otros para poder ganar. Utilizarán la división económica, étnica, religiosa e ideológica para lograr la victoria. Nuestro sistema se ha convertido en cualquier cosa menos democrático.

En este proceso electoral pedirán nuestro voto usando clichés que ya han sido utilizados en elecciones anteriores. Que si es millonario, que si es amigo de Rusia, que si es Pinochet, que si es barcelonista, que si es religioso, que si es denunciólogo. Así es como intentan salvar al país. Sin embargo, todos presentan proyectos de corto plazo y solo muestran una cara de nuestro problema.

Nuestro problema es el sistema. Debemos votar por la propuesta que restaure la democracia representativa y la institucionalidad, no solo para una campaña, sino para iniciar un proceso genuino de institucionalización del país. Las democracias se salvan con republicanos, no con caudillos itinerantes.