Las urnas fratricidas

No sacrifiquemos lo que somos por luchas fratricidas, defendamos causas, ideas, meditemos el voto
Lasso apretó el botón, logró el poder gobernar sin la Asamblea, sin huir hacia adelante, que hubiese sido como correr en círculos, creyendo que se está avanzando, pero eso solo prolonga los problemas que se intenta evitar. La Asamblea está disuelta, vendrán unos meses en los cuales a toda marcha se construirán candidaturas, iremos a las urnas no una, sino dos veces en un corto periodo de tiempo. Se firmarán decretos que, tal vez por lo polémicos que sean, terminarán siendo derogados por alguno de los gobiernos por venir. Estaremos en dos campañas electorales que abrirán frentes sangrantes en los corazones de quienes defienden sus posturas. Los de camisa fácil, los que hacen ruido de matraca y distorsionan con su grito la sinfonía de la democracia, no saben de lo que hablo, pues bailarán al sol que más calienta sin defender causa alguna. Otros irán abnegadamente como carne de cañón sacrificable a pelear por los jerarcas feudales emprendedores de la política que en muchos casos desconocemos, a la vez que ellos a nosotros, ya que nunca los elegimos en una primaria y desconocen al país y al pueblo que juran representar. Pero entre aquellos que sí defienden causas se ahondarán heridas y se enfrentarán unos contra otros, en un mundo que carece de la pasión de defender una idea colectiva. Defender algo es un acto heroico de legítima defensa de la integridad de uno mismo. Mas, ¿cómo podemos manejarnos en la delgada línea entre defender una idea sin pisotear al otro? ¿Cómo manejar la intensidad de la lucha para que no se nos escape de las manos en medio de tormentas políticas? Mantener la cordura y la unión como pueblo evitando el conflicto puede ser un desafío.
No sacrifiquemos lo que somos por luchas fratricidas, defendamos causas, ideas, meditemos el voto de acuerdo a lo que consideramos justo para el país.
A partir del día uno, luego de este convulso periodo que nos tocará transitar como nación, habrá que reconstruir la unidad y tender puentes entre los ecuatorianos, pues toda división es lacerante y nos impide actuar como nación política sólida, institucionalizada y con objetivos.