Premium

El poder de un voto

Avatar del Fernando Insua Romero

Así que ahora los ciudadanos tenemos la fuerza de decidir sobre lo que pasará en los siguientes cuatro años y el poder para castigar cívicamente la corrupción electoral.

La campaña para las elecciones seccionales, que oficialmente arrancó el martes 3 de enero, ha sido manchada con todo tipo de irregularidades. Una burla al sistema de control electoral del Consejo Nacional Electoral (CNE) que, en teoría, buscaba que todos los candidatos y candidatas a ser electos para un cargo de votación popular tengan un mínimo de garantías de que podrán terciar en igualdad de condiciones, sin importar si son autoridades que buscan reelegirse o no, controlando que no se haga uso de fondos ilícitos o que, en caso de ser autoridades, realicen campañas veladas bajo la promoción de obras públicas, logística, regalos o publicidad institucional financiada con recursos públicos de alcaldías o prefecturas. La realidad lamentable es otra.

El propio vicepresidente del CNE, Enrique Pita, de manera clara calificó de “desvergonzada” la campaña promovida por las organizaciones políticas que, aprovechándose de vacíos legales, han hecho propaganda de diverso tipo sin respetar los plazos y montos que la ley define y que “tampoco pueden controlar el financiamiento ilegal que podría haber en una candidatura”, sellando sus declaraciones con una frase demoledora: “Si no se puede sancionar con la ley, los ciudadanos deberían sancionarlo”.

Ante el cruce de manos institucional por parte del CNE y tomando las palabras del propio vicepresidente de aquel organismo, la única manera de ejercer nuestra fuerza como ciudadanía en este período de campañas de Davides contra poderosos Goliats, financiados en unos casos con recursos de dudoso origen y en otros con logística de gobiernos seccionales o instituciones públicas, donde el respeto a la legalidad es pobre, por no decir inexistente, es presionar con el voto. Con este acto tan simple, pero a la vez poderoso, podemos evitar que quienes intentan aprovecharse del bien común no puedan sentir que han engañado a la ley y burlado a la ciudadanía. Como dijo Abraham Lincoln: “Una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil”. Así que ahora los ciudadanos tenemos la fuerza de decidir sobre lo que pasará en los siguientes cuatro años y el poder para castigar cívicamente la corrupción electoral.