Premium

Florencio Compte: El centro histórico de Guayaquil

Avatar del Florencio Compte

...mantiene su valor simbólico ya que conserva la traza urbana original

El patrimonio cultural es el conjunto bienes y valores que una sociedad ha recibido como legado de sus antepasados y su conservación es el acto de su cuidado y preservación. Por tanto, quienes formamos parte de un conglomerado social somos, a la vez, depositarios y custodios, de algo que, transitoriamente, nos pertenece y que, a su vez, debemos preservarlo y legarlo a las generaciones futuras. El patrimonio arquitectónico son los bienes inmuebles que poseen valores históricos y arquitectónicos que ameritan su conservación.

¿Posee Guayaquil un centro histórico con características y limites definidos? La definición tradicional de centro histórico, como el espacio urbano donde se concentran arquitecturas provenientes del pasado con valores definidos y diferenciadas, la excluiría de esas consideraciones por su característica de poseer edificaciones de alto valor, aunque dispersas y heterogéneas. Aunque el crecimiento de Guayaquil, la renovación urbana y el desinterés y falta de legislación municipal han determinado la pérdida de testimonios valiosos de la arquitectura del pasado y la coexistencia de lo que aún perdura con edificios contemporáneos, su centro histórico mantiene su valor simbólico ya que conserva la traza urbana original, concentra las principales actividades administrativas, comerciales, financieras y los principales monumentos, plazas y parques de contenido histórico.

Sin embargo, su situación es precaria y las acciones realizadas hasta ahora para su defensa y preservación han sido infructuosas y escasas. En los últimos años, la especulación inmobiliaria, la poca efectividad de las leyes establecidas para la defensa del patrimonio y, el desinterés de la comunidad, han sido factores que han contribuido a la pérdida constante de edificios patrimoniales.

La conservación de su patrimonio pasará, necesariamente, por la toma de conciencia de sus habitantes, quienes deben asumir su defensa entre sus reivindicaciones ciudadanas, considerando que cada vez que un monumento se destruye se pierde parte de su pasado y de su identidad histórica.