Premium

Florencio Compte | Ecuador y la caja de Pandora

Avatar del Florencio Compte

¿Son suficientes y creíbles las promesas de campaña y las ofertas de cambio que plantean los candidatos?

Según la mitología griega, Prometeo fue un titán amigo de los mortales que, engañando a los dioses del Olimpo, les robó el fuego divino y se lo entregó a los hombres que, hasta ese momento lo desconocían, permitiendo así la humanización y el progreso técnico asociado a la conquista y al dominio del fuego.

Los dioses en represalia crearon y enviaron a Pandora con obsequios, entre ellos una caja, que Prometeo, sabiendo que podía ser engañado, dejó guardada sin abrir.

Sin embargo, su hermano Epimeteo (según otros fue la propia Pandora), llevado por la curiosidad la abrió y dejó salir todas las desgracias y calamidades del mundo que los dioses habían encerrado ahí y que hoy seguimos sufriendo, entre ellas, la guerra, el hambre, la envidia, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la tristeza, el crimen y la vejez.

Prometeo logró cerrar la caja, dejando atrapada, en el fondo, a la esperanza. Aunque los griegos incluían a la esperanza entre los males del mundo, el acto de Prometeo se interpreta en el sentido de poder superar las adversidades.

Por su desafío a los dioses, Zeus encadenó a Prometeo en una montaña donde diariamente un buitre le devoraba el hígado, que luego, cada día, volvía a crecerle.

Los males desatados al abrir la caja de Pandora llegaron al Ecuador y se quedaron. A las desgracias ya descritas habría que añadir la corrupción, el desaliento, la incertidumbre hacia el futuro, la pérdida de confianza en las autoridades y las instituciones, la injusticia, la pobreza, la marginalidad y muchas más.

En lugar de mejorar, cada día el país se aproxima más al fondo del abismo. ¿Son suficientes y creíbles las promesas de campaña y las ofertas de cambio que plantean los candidatos?

Al final. Lo único que le queda a nuestro país es la esperanza. Aunque, como pensaba el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, lejos de ser un bien, la esperanza no hace más que prolongar el estado de sufrimiento de las personas.

En realidad, la esperanza adquiere sentido cuando asumimos con libertad la elección de un futuro.