Ecuador: ¿país moderno?

...la industrialización, la urbanización, la movilidad social, la diferenciación, la secularización, la expansión de los medios de comunicación”, además de la modernización política...
De manera general cuando nos referimos a la modernidad estamos pensando en algo actual o reciente, de vanguardia, innovador, contrario a la tradición y al pasado o adecuado al gusto y a las necesidades del momento.
Hay una conciencia más o menos clara de lo que es la modernidad como experiencia que se mueve en el campo de lo sensorial, de lo vital o de lo social, cuando se van incorporando ideas y valores como la ruptura con el pasado, la fluidez, la eficiencia, la racionalidad, la velocidad, la higiene, el confort, la libertad, la participación democrática, la laicidad, el acceso a la escolaridad general, el pleno empleo, los desplazamientos sin restricciones o el desarrollo e incorporación de la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana y en los procesos administrativos.
La modernidad se liga a su expresión práctica, es decir a la modernización, considerada como un proceso complejo que, según Samuel Huntington, incluiría, al menos, “… la industrialización, la urbanización, la movilidad social, la diferenciación, la secularización, la expansión de los medios de comunicación”, además de la modernización política, expresada en la racionalización de la autoridad y los sistemas administrativos, de legislar y de administrar justicia, la diferenciación de las estructuras políticas, la participación democrática de las masas y la adecuación del Estado a un mundo cambiante.
¿Cuánto de todo eso tiene el Ecuador de hoy? Tenemos todavía un país anclado en el pasado, con estructuras administrativas deficientes y burocráticas (en el peor sentido del término), clasista, poco industrializado, sin procesos reales y efectivos de participación ciudadana, con un sistema judicial corrupto, con poca credibilidad en los órganos de gobierno locales y nacional y con un Estado torpe y fallido. Aún, en pleno siglo XXI, encontramos que nuestro país continúa anclado en el pasado y con estructuras económicas, políticas, judiciales, administrativas y sociales ineficientes, desacreditadas y anticuadas, muy lejanas de ser consideradas modernas.