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Florencio Compte: El Ecuador tocó fondo

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El tomar la justicia por mano propia y los linchamientos se siguen multiplicando en el país 

La sociedad está cansada y los ecuatorianos estamos hartos. El sentimiento es general. Hemos perdido la tranquilidad de poder circular libremente por nuestro país sin temor a ser asaltados o secuestrados. Hay una pérdida total de confianza en las autoridades y en las instituciones destinadas a dar paz y seguridad: la Policía, el sistema de justicia, con jueces presos y fiscales cuestionados, y el propio Estado. Vivimos en un entorno de arbitrariedad, de ilegalidad y de violencia y ¿cómo lo combatimos? Lamentablemente, con más arbitrariedad, ilegalidad y violencia. El tomar la justicia por mano propia y los linchamientos se siguen multiplicando en el país y empujando a la sociedad a justificar y aplaudir la barbarie ante autoridades impávidas e incapaces de dar respuestas.

El último hecho de linchamiento de dos implicados en el asesinato de Patricio Iguago de la comunidad de Santa Isabel en Cayambe, que habían sido localizados por los comuneros y por los transportistas, y que terminó en la muerte de uno de ellos colgado en la plaza principal -junto a un gran retrato del general Eloy Alfaro- y de otro que quedó mal herido, pone en evidencia la situación de decadencia moral de nuestro país. Es significativo que, por un lado, haya sido el pueblo quien investigó, dio con el paradero de los delincuentes y los detuvo, y por otro, que a nadie se le hubiera ocurrido entregarlos a la Policía ni a la justicia.

El Diccionario de la Real Academia Española define al linchamiento como la “acción de linchar”, y a este como “ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo”. A esta definición le añadiría: …que es aplaudido por una sociedad que considera que, de esta manera, se está haciendo justicia.

Ante la imposibilidad de obtener justicia como justo medio entre la impunidad y el linchamiento, el ajusticiamiento de Cayambe marca un punto de no retorno hacia la barbarie y es un símbolo de que el Ecuador ha tocado fondo.

Vale recordar las palabras que hace casi un siglo, Mahatma Gandhi, líder de la no violencia dijo: “Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego”.