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Florencio Compte: De la huelga de 1922 a la Revolución Juliana

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El 15 de noviembre una manifestación de entre cinco o treinta mil personas se había tomado las calles de la ciudad

Hace poco más de un siglo, en octubre de 1922, se dio inicio a uno de los hechos más vergonzosos de la historia del Ecuador. En ese mes los obreros ferroviarios de Durán protestaron en demanda de mejoras en sus condiciones laborales. Al poco tiempo la huelga recibió el apoyo de la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE) y de la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros ‘Tomás Briones’. Al final de octubre, la empresa accedía a la demanda de los trabajadores y la huelga se levantó. Sin embargo, el 7 de noviembre, se iniciaba la huelga de los obreros de la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica y de los trabajadores de la Empresa de Carros Urbanos de Guayaquil, quienes reclamaban incremento de salarios, el cumplimento de la jornada de ocho horas aprobada en 1916 y la estabilidad laboral.

Para el 9 de noviembre se habían sumado a la huelga la FTRE y sus organizaciones aliadas, además de los trabajadores de la compañía de gas, la curtiembre La Iberia, la fábrica de cerveza, los obreros del servicio de aguas y la Asociación Gremial del Astillero. Al pasar de los días la situación se fue agudizando y el 13 de ese mismo mes se declaraba la huelga general a la que plegaron otros sectores laborales, por lo que Guayaquil quedó totalmente paralizada.

El 15 de noviembre una manifestación de entre cinco o treinta mil personas se había tomado las calles de la ciudad. No pasó mucho tiempo hasta que la multitud fue reprimida por la Policía y el Ejército, que seguía las órdenes dictadas por el presidente José Luis Tamayo. Se cree que fueron cerca de quinientos de obreros los que fueron asesinados ese día y que fueron enterrados en fosas comunes o tirados a la ría.

Esta masacre fue uno de los factores de la Revolución Juliana, cuando el 9 de julio de 1925 un grupo de militares progresistas, apoyados por la clase media, derrocaron a la coalición de liberales y de burgueses comerciales-financieros y estableció reformas de fortalecimiento y reorganización técnica del Estado, tanto de carácter fiscal como social, que permitieron sentar las bases del Ecuador moderno.