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Florencio Compte | Normalizando lo excepcional

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Disfrazamos con eufemismos la realidad, como si de esa manera pudiéramos minimizarla u ocultarla

Tres hechos aparentemente sin relación ponen en evidencia situaciones que empiezan a volverse cotidianas y que tienden a normalizar lo excepcional ante la ausencia del gobierno y el descrédito en las instituciones públicas.

Nos parece normal, por ejemplo, que se rodee un espacio público -repito, espacio público- que, por esencia debe ser abierto y democrático, con un cerco eléctrico, tal como se lo ha hecho en el malecón de Guayaquil. Recordemos que las Naciones Unidas definen al espacio público como “…lugares de propiedad pública o de uso público, accesibles y agradables por todos de forma gratuita y sin afán de lucro”. Sería deseable que hubiera una explicación oficial que indique el fin de dicha medida y a quién o a quiénes se desea excluir.

Nos parece normal -y aplaudimos- que, ante la inacción policial y la desconfianza en un sistema judicial ineficiente y corrupto, la gente tome la justicia por sus manos en lugar de exigir un cambio radical y que se aplique la ley en lugar de enaltecer la barbarie. Por cierto, la propuesta del presidente electo de incorporar el sistema de jurados puede ser peor que lo que existe en a actualidad. Pregunto solamente: ¿quién querrá ser parte de un jurado y, por tanto, participar en la decisión en un juicio contra un narcotraficante o un acusado de asesinato? ¿Quién garantizará seguridad? ¿La Policía?

Disfrazamos con eufemismos la realidad, como si de esa manera pudiéramos minimizarla u ocultarla. Las drogas ya no son drogas, sino “sustancias sujetas a fiscalización”, los presos ya no son presos sino PPL - “personas privadas de la libertad”- que están dentro de una cárcel, perdón dentro de un “centro de reclusión”, cuando quienes en realidad estamos privados de la libertad somos los ciudadanos que debemos limitar nuestra circulación y vivir encerrados para precautelar nuestros bienes y nuestras vidas.

El día que entendamos que lo normal debe ser el exigir que haya autoridad y gobierno, que haya un sistema judicial honesto y que genere confianza, y que podamos salir a la calle sin miedo, habrá empezado a cambiar el país.