Premium

Florencio Compte: El país de los trepadores sociales

Avatar del Florencio Compte

Una vez alcanzada la cima estará avalado por su círculo que premia al que ‘triunfa’ sin importar el origen de su fortuna

Cada día seguimos sorprendiéndonos de los alcances y de los niveles de corrupción en nuestro país, donde el crimen organizado, los partidos políticos y sus dirigentes, junto con el sistema judicial han conformado un entramado de relaciones con el fin de manejar el país por décadas, como si se tratara de un feudo personal.

La corrupción en lo público no es nueva.

Hace dos mil años Marco Tulio Cicerón decía: “Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable”.

Somos una sociedad que eleva a ídolos y toma como referente quienes hacen uso de la vulgaridad, sin pudor ni moral, y que son capaces de atacar la dignidad y los derechos fundamentales de las personas a través de la difusión de rumores y la trivialización de temas sociales.

De ahí a convertirse en figuras políticas solo hay un paso. De mediocres ‘comunicadores’ vulgares a concejales, de ‘influencers’ a legisladores y de ‘estrellas’ de OnlyFans a alcaldes. Todo vale.

Al trepador social le da igual transgredir cualquier norma social o cualquier ley. Da lo mismo injuriar, robar o mentir; para cubrirlo ya se encargarán sus nexos políticos y judiciales.

Una vez alcanzada la cima estará avalado por su nuevo círculo social, sus vecinos de los barrios y clubes sociales exclusivos y por una sociedad que premia al que ‘triunfa’ y a quien es ‘exitoso’, sin importar el origen de su fortuna. Una sociedad que calla y que no hace más que mirar a un costado.

Vale recordar lo que escribió Pier Paolo Pasolini sobre los trepadores sociales: “Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota (…). En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador, de lejos prefiero al que pierde”.