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Florencio Compte | Piratas neerlandeses en Guayaquil

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El 6 de junio de 1624, alrededor de 300 piratas atacaron Guayaquil para saquearla; la ciudad quedó en escombros

En abril de 1623 el corsario holandés Jacques de Clerk, conocido como l´Hermite, al mando de once barcos con 1037 tripulantes, 600 soldados y 94 piezas de artillería partió de Ámsterdam con el encargo de capturar los barcos españoles con cargamento de plata que salieran de Perú y con el fin de establecer una colonia neerlandesa en ese Virreinato. En mayo del año siguiente habían logrado bloquear el puerto del Callao. Desde ahí l´Hermite organizó expediciones de saqueo a los puertos de Pisco, Guayaquil y Puerto Viejo.

El 6 de junio de 1624, alrededor de 300 piratas, al mando del vicealmirante Gheen Huygen Schapenham -ya que Clerk había fallecido de escorbuto cuatro días antes- se empezaron a acercar a Guayaquil a través del río Guayas, donde fueron detenidos por una pequeña fortaleza, lo que provocó que los piratas volvieran cargados de municiones, prendiendo fuego a las casas y generando un incendio que a la vez sirvió como defensa ante los ataques. Los piratas fueron retirándose junto con sus embarcaciones, las que también se vieron alcanzadas por las llamas. Este acontecimiento dejó un saldo de 15 muertos y un prisionero para los defensores de la ciudad, mientras que para los piratas se saldó con más de 50 muertes.

Luego del fallido ataque permanecieron dos días en la isla Puná. Para el 25 de agosto ya habían armado una flota de 16 embarcaciones y más de 600 hombres, cayendo de sorpresa en la ciudad en la madrugada del día siguiente, prendiendo fuego a las naves encontradas a su paso. Cuando el ataque fue divulgado, los invasores ya estaban usurpando las casas, almacenes y demás locales en medio del fuego, sin embargo, algunos habitantes tomaron sus armas e improvisaron la defensa. A pesar de la desventaja numérica, la población fue tomando el control y sacaron a los piratas una hora después de iniciado el ataque. El capitán Gubernat fue sometido al pie del muro de resistencia, donde murió. Pese a las acciones de los defensores de la ciudad y de las tropas de refuerzo enviadas desde Cuenca y Quito, Guayaquil quedó en escombros.