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Guayaquil: ciudad interrumpida

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...desde hace mucho no ha sido imaginada. Probablemente la última ocasión que se hizo fue con el proyecto de reforma urbana de la Junta Patriótica del Centenario de la Independencia en el año 1918’.

En el año 1978 el arquitecto Giulio Carlo Argan, en ese entonces alcalde de Roma, afirmaba que esta era “una ciudad interrumpida porque hemos dejado de imaginarla”. Como consecuencia de ello, se le ocurrió convocar a doce destacados arquitectos de la época, a los que se les asignó un sector del casco antiguo de la ciudad y se les planteó que sobre este desarrollaran una propuesta de intervención urbana y arquitectónica. Debían basarse en los doce sectores que el arquitecto Giambattista Nolli había dibujado con detalle entre los años 1736 y 1748. Lo novedoso del plano de Nolli -referente de la cartografía y planificación moderna- es que ponía en evidencia los espacios públicos claramente diferenciados de los privados.

En Guayaquil clasificaríamos a los espacios de la ciudad en privados -aquellos de acceso restringido- y espacios de acceso público, más de allá de la propiedad que detenten, entre ellos las calles, plazas, parques, aceras, etc., pero también los soportales y otros espacios privados de acceso público, como los equipamientos deportivos, religiosos, educativos, financieros, de gobierno, entre otros.

Siguiendo la visión de Argan, Guayaquil es una ciudad que desde hace mucho no ha sido imaginada. Probablemente la última ocasión que se hizo fue con el proyecto de reforma urbana de la Junta Patriótica del Centenario de la Independencia en el año 1918. De ahí a esta parte ha habido una evidente falta de imaginación (y de planificación) en pensar la ciudad del futuro.

Un concurso similar al que se hizo en Roma hace 44 años sería perfectamente factible de realizar en Guayaquil. Significaría abrir una convocatoria para arquitectos y planificadores urbanos y asignarles sectores de la ciudad para que desarrollen creativamente y visualicen cómo sería esa ciudad soñada. El área central, por ejemplo, está llena de edificios abandonados y de terrenos sin construir -muchos de ellos sin dueño conocido- en los que perfectamente cabrían propuestas de este tipo.

Imaginar y proponer una ciudad diferente debe ser obligación de quienes aspiren a conducirla.