¿Estamos preparados?

La vulnerabilidad está ligada a la falta de planificación, al grado de prevención que se tenga y más
Las ciudades ecuatorianas, a lo largo de su historia, han sido vulnerables a diferentes eventos naturales, sobre todo a los sismos, inundaciones y erupciones volcánicas, sin embargo, son escasos los trabajos en la historiografía latinoamericana que vinculen el desarrollo urbano y territorial con los desastres y sus consecuencias.
De los pocos estudios existentes se desprende la importancia de reconstruir los contextos y la vulnerabilidad social, económica y política en que se encuentra cada comunidad y los comportamientos durante y luego de las emergencias y posterior reconstrucción de lo afectado.
Es conocido que un desastre natural provoca cambios bruscos y trunca el desarrollo de las ciudades y del país, que afecta las relaciones sociales, modifica el comercio regional y deja huellas dramáticas que afectan a la infraestructura y a las vidas de las personas.
Por tanto, el estudio de las catástrofes y de sus impactos en la sociedad debe incorporarse de forma más integrada a los esquemas interpretativos de la historia y a los procesos de planificación de las ciudades y el país.
Sabemos que vivimos en zonas de riesgo y que somos vulnerables, que vivimos ante peligros latentes y ante la probabilidad de ocurrencia de eventos catastróficos debido a fenómenos naturales y a los cambios en los ecosistemas por efecto de las acciones humanas. Lamentablemente, sabemos también que no estamos preparados. Lo ocurrido recientemente en Alausí o en Esmeraldas lo confirma.
La vulnerabilidad está ligada a la falta de planificación, al grado de prevención que se tenga, al irrespeto de las normativas constructivas y a las dificultades que la población enfrente para reponerse del daño sufrido. Ante el anuncio de la inminente llegada del fenómeno de El Niño se han empezado a conformar comisiones para enfrentarlo, por lo que se esperan respuestas de qué se va a hacer, aunque como dice una frase atribuida a Napoleón Bonaparte: “Si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable, si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”.