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Recuperar la ciudad

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Hay quienes se plantean resistir y recuperar los modos de vida urbano regresando a vivir a los centros históricos como una manera de recuperar la ciudad y su tejido social

Si bien la ciudad sigue siendo la forma dominante de organización territorial, no es menos cierto que la expansión sin freno hacia la periferia de muchas ciudades hace cuestionar si esas extensiones desintegradas de la trama urbana original puedan seguir siendo consideradas ciudad. Una ciudad no solo está definida por la densidad de su población, sino, principalmente, por el sentido simbólico que los ciudadanos le atribuyan. A medida que Guayaquil, por ejemplo, se expande sin control hacia la periferia, desarticulada de su traza original, con un crecimiento orientado por las vías principales de acceso, se reafirma un modelo “discontinuo y difuso”, propio de la lógica del capital y no de la lógica de la planificación. De esta forma, la municipalidad termina convertida en ejecutora de un modelo individualista disperso, muy distante del modelo barrial que acerca los servicios al individuo y fomenta la interacción social. Algunos han llamado a este fenómeno el de la “hiperurbanización sin ciudad” o de “urbanización genérica”.

Hay quienes se plantean resistir y recuperar los modos de vida urbano regresando a vivir a los centros históricos como una manera de recuperar la ciudad y su tejido social. Como afirma Daniel Hiernaux Nicolas: “Para estas personas, la copresencia, es decir la presencia simultánea de personas desconocidas entre sí en un mismo espacio reducido en tamaño, es una de las características esenciales de la ciudad” o como decía Lewis Mumford: “La ciudad es de utilidad física para la vida colectiva y un símbolo para aquellos movimientos colectivos que aparecen en circunstancias favorables. Junto con el idioma, es la obra de arte más grande del hombre”.

La ONU define al Derecho a la Ciudad como el que deben tener los habitantes “a habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar ciudades, pueblos y asentamientos urbanos justos, inclusivos, seguros, sostenibles y democráticos, definidos como bienes comunes para una vida digna”. La posibilidad real de hacer efectivo este enunciado está en repensar y recuperar nuevamente a la ciudad.