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Distintas al barrio son las unidades residenciales aisladas -muchas de ellas amuralladas- y sin conexión con la trama de la ciudad.
El Diccionario de la Real Academia Española define a un barrio como “cada una de las partes en que se dividen los pueblos y ciudades o sus distritos”. Esta definición es precisa cuando se alude a aquellos sectores de una ciudad donde aún coexisten todas las actividades básicas para la vida diaria: abastecerse de alimentos, recrearse, educarse, sanar, etc.
Históricamente las ciudades se fueron conformando en el tiempo a partir de agrupaciones barriales con afinidades tipológicas, con una identidad y sentido de pertenencia entre sus moradores. A finales del siglo XIX, la Escuela de Chicago determinó que un barrio debería tener dos atributos para ser considerado como tal: primero, ser el refugio de una comunidad; y, segundo, ser una unidad autocontenida.
Una comunidad se define como un grupo de personas y sus instituciones, que estén localizadas en un área determinada, con una cultura específica y con algún tipo de organización social; mientras que la autocontención se refiere a los límites del barrio y al carácter que vaya adquiriendo en el tiempo y que este sea distinguido por el resto de los habitantes de una ciudad.
Distintas al barrio son las unidades residenciales aisladas -muchas de ellas amuralladas- y sin conexión con la trama de la ciudad, donde no se permite ninguna actividad que no sea la de habitar. Son, por concepción, la antítesis de lo que debe ser un barrio.
Sin embargo, Guayaquil aún posee barrios que se empeñan en sobrevivir a pesar de la carencia de servicios y el olvido de las autoridades, y hacia los que la planificación debe mirar y potenciar.
Hacia esa potenciación de los barrios se orienta precisamente el concepto de ciudad de los quince minutos que Carlos Moreno, su promotor, defiende en el libro La revolución de la proximidad.
El modelo plantea contar con ciudades más amables y humanas, multicéntricas, con servicios de calidad, espacios públicos cercanos y menores desplazamientos. Una ciudad en que el eje de su planificación sea el ciudadano y no el automóvil. Es el reto para Guayaquil y para sus nuevas autoridades.