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El amor en tiempos de pandemia

Avatar del Francisco Huerta

Empieza bien la segunda vuelta. Milagro de san Valentín’.

Espero que Gabo, cualquiera sea el lugar donde se encuentre, no se resienta por tomar sin su permiso uno de sus títulos más conocidos y adaptarlo a la realidad ecuatoriana. Después de todo él era Gabriel José de la Concordia y de eso se trata: de lograr acuerdos, de concertar, de obtener la concordia requerida para superar décadas de saqueo al patrimonio nacional. Saqueo estimulado por la impunidad y el trágico y repugnante argumento planteado como interrogante cínico: ¿y cuándo no ha sido así?

Muchas veces, puedo contestar. Sería humillante aceptar que la nuestra es una historia de constantes raterías y que siempre nuestra “clase política” ha sido corrupta.

Creo que Guillermo y Yaku son personas honradas y hacen bien en hablar.

Aún sin la cercanía de sus resultados electorales, era imperativo que decidieran sentarse a dialogar sobre la posibilidad de un apoyo mutuo, en la segunda vuelta y luego, en el desempeño de las delicadas funciones a uno de ellos encomendada. El Ecuador está en riesgos de diversa naturaleza. No es el menor la amenaza del dinero del narcotráfico, tratando de tomar el poder por la vía de los candidatos que financia.

La pandemia del coronavirus y sus mutaciones son otra circunstancia que amenaza la vida nacional. Lo ha trastocado todo y a una economía ya en dificultades la ha puesto en nivel crítico. Superarlo requerirá de un esfuerzo concertado y técnico que no puede prometer resolverse a base de mentiras y balandronadas tercermundistas. ¡Como que si la Argentina estuviese en condiciones de regalar vacunas! De paso, han engañado tanto que nos creen ilusos, capaces de digerir cualquier figureteo fantasioso.

Ahora hay que exigirle al Consejo Nacional Electoral que cumpla con sus deberes y no permita ni la compra de votos ni financiamiento con dinero sucio.

Han hecho bien en conversar Yaku y Guillermo. Espero que San Valentín, especialista de la Iglesia en arreglar matrimonios, le otorgue larga vida al que acaban de contraer. Es obligación patriótica respaldar ese esfuerzo que hace surgir la esperanza de que estamos alcanzando madurez cívica.