A Cuenca contra la corrupción

"Hay en la sociedad una enorme fatiga, un gran desasosiego que ya no tolera más corrupción".
Vía Zoom, por supuesto, “viajé” a la querida Cuenca. Ocurre que varias instituciones azuayas dedicadas a la reflexión ética acaban de organizar unas soberbias jornadas que titularon: Pensamiento y ética humanista frente a la corrupción. La primera reunión se dio con la participación del Ec. Jorge Rodríguez, que intervino con el tema Corrupción: poder, dinero y estructura del Estado. A continuación el Dr. Gustavo Vega Delgado presentó: Psiquiatría y antropología de la corrupción. Moderó Felipe Albornoz Peña.
En la segunda jornada que se cumplió el jueves recién pasado, participamos el Dr. Jorge Moreno Yánez , que expuso sobre: Corrupción, burocracia, ciudadanos y distorsiones del mercado; y luego yo, sobre Medios de comunicación y la lucha contra la corrupción. Moderó: Jorge Villavicencio Palacios.
Como pueden apreciar los estimados lectores, la desbordada corrupción que nos aflige tiene inquieto al país y, por de pronto, en muchas ciudades se reflexiona sobre distintos ángulos del maligno fenómeno. Queda claro que la corrupción es un síntoma visible cuando priman la avaricia, la ambición, el ansia de poder. Por supuesto, círculo vicioso, la pobreza que la corrupción genera también contribuye a ella. Bien decía Bertold Brecht: la honradez empieza con el estómago lleno. De allí que un rol sustantivo en el combate a la corrupción, por parte de los medios de comunicación colectiva, es el fomento de la integridad como valor actual. Los medios tienen que destacar la ejemplaridad pública cuando se da, y condenar su falta. A los funcionarios públicos les corresponde actuar como modelo de comportamiento. Y nadie, por ningún motivo, puede ni debe sentirse intocable. No es por obstruir la abnegada labor de los servidores públicos que los medios de comunicación ejercen un rol crítico: es para cumplir con la apreciación que el periodista mexicano Francisco Zarco (1829-1869) se permitiera, destacando que: ”la prensa... es el instrumento más eficaz y más activo del progreso y la civilización”.
Por ello, para cumplir esa misión, a veces se tiene que ser “el tábano que irrita al poder”.