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Guayaquil de fiesta (I)

Avatar del Francisco Huerta

Sin duda Guayaquil tiene motivos para celebrar. Ojalá el recuerdo de lo cumplido inspire, siendo leales a un glorioso ancestro, los pasos del futuro’.

Le gusta celebrar a la ciudad huancavilca su fundación española. Del asentamiento, que perduró hasta estos días desafiantes que debemos enfrentar con decisión, en el enorme crisol de nuestro trópico se fue fundiendo una condición étnica que el mexicano Vasconcelos aspiró a que sea cósmica y que conocemos como mestizaje.

(Quepa aquí decir que mestizos somos todos los habitantes del planeta. Hágase usted, si lo duda, una prueba de sus ancestros genéticos y obtendrá resultados sorprendentes.)

Lo cierto es que más allá del debate que al respecto podría generarse, impropio salvo sospecha de racismo incipiente o crónico, siempre infundado, a partir de la fusión de los nativos con los llegados de la península ibérica, fue incrementándose la población y el pequeño asentamiento fundado bajo la protección del apóstol Santiago se convirtió, a poco de logradas las primeras décadas de la independencia, en una ciudad pujante, más tarde la de mayor número de habitantes del Ecuador, su capital económica, primera en desarrollo agrícola, también industrial, y como puerto, la de mayor auge comercial, generadora de empleo, por tanto, y en consecuencia, receptora de amplias corrientes migratorias internas y externas.

Con el esfuerzo de sus propios hijos y los llegados de diversos países, fundó hospitales y combatió sus plagas, y atendió a los pobres creando una Junta de Beneficencia y una Sociedad Filantrópica y los primeros sindicatos. Más tarde dio origen a una amplia gama de instituciones para impulsar su desarrollo, construyendo infraestructura de diverso tipo destinada a la atención de su gran dinamismo demográfico. Una de ellas emblemática, que estamos por recuperar, el Instituto Nacional de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez, que alojó a una selecta pléyade de profesionales especialistas en diversas ramas de la salud pública y en la preparación de productos biológicos pero, también LEA y Solca, para atender a los enfermos de tuberculosis y para prevenir y curar el cáncer; para establecer una amplia red de carreteras un Comité de Vialidad, y para controlarlo, la Comisión de Tránsito.