Guayaquil de fiesta (II)

Cierro con los problemas. Sé que las celebraciones son también para tratar de olvidarlos pero, seguir haciéndolo puede tener graves consecuencias’.
Ahora es necesario disparar este cañonazo sucesivo, poniendo la afirmación entre interrogantes. Ya celebramos como corresponde, en la medida que la pandemia lo permite pero, siempre hay varios peros… ¿Cabe por la conmemoración olvidar lo que está ocurriendo en nuestras cárceles? Y más allá del dolor generado por los asesinados entre sus familiares y amigos, que respeto mas, con vergüenza lo señalo, ¿puede mirarse para otro lado y celebrar cuando es visible y reiterada la acción de mafias en disputas territoriales? Por suerte, al respecto, el presidente Lasso ha decidido tomar medidas y ya ha iniciado la puesta en marcha de las necesarias, poniendo al frente de las acciones a Fausto Cobo. ¡Bienvenido a esas nuevas tareas, mi coronel! Tiene todo el respaldo ciudadano.
Por el estilo, ¿puede celebrarse un nuevo cumpleaños cuando al menos dos tercios de la población del cantón está teniendo dificultades para llevar alimentos a sus hogares y viven en la angustia permanente del desempleo, sin esperanzas de lograr un trabajo decente, y cuando todos los habitantes de la Perla del Pacífico estamos expuestos a la consecuente ola delictiva que las varias crisis propician y que el mal ejemplo, desde arriba, fecunda?
Bueno sería entonces aprovechar la oportunidad del nuevo aniversario para regalarle a la ciudad, al cantón y a la región que la circunda (somos ciudad-región) un plan de desarrollo urbano que atienda todos los intereses, especialmente los de los preteridos de siempre: opción preferencial por los pobres. La sigue recomendando el papa Francisco y lo recomienda también la necesidad de mantener la paz social. Obra de la justicia es la paz y, mirando la situación con lo antes descrito y todo lo que me ahorro para no amargar el espíritu festivo que continúa y con razón, estamos en riesgo de perderla.
Guayaquil tiene que encabezar un gran movimiento cívico que le devuelva al país sus valores, los de Olmedo, Antepara o Rocafuerte. Regresar al formidable Guayaquil por la Patria. Hay que volver a “poner de moda la honradez”. Les toca a las autoridades locales predicar con el ejemplo.