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Las lecciones del año 1922

Avatar del Francisco Huerta

"Es urgente pensar en modelos alternativos de desarrollo económico y social"

Este 15 de noviembre será sin marchas recordatorias. La pandemia no permite las manifestaciones masivas, aunque algunos políticos las realicen haciendo gala de un comportamiento a la moda: el quechuchismo.

¿Cuánto tiempo más nos mantendrá encerrados la pandemia? Nadie lo sabe. Lo cierto es que si no se produce una pronta reactivación de la economía las consecuencias serán peores que las ocasionadas por la COVID-19.

La situación que puede sobrevenir el próximo año es muy dura en sus previsiones más optimistas.

Tal cual hace ya casi cien años, el costo de la vida y el desempleo harán lo suyo en el deterioro de las economías más débiles y es posible que, con pandemia y todo, el pueblo no aguante más, salga a manifestar sus angustias a las calles y lo haga de manera desesperada, lo que aprovecharán los agitadores que nunca faltan y, propiciando saqueos y actos vandálicos, fomentarán un caos que, reprimido por la fuerza pública, tendrá impredecibles consecuencias políticas.

Valdría reflexionar sobre las lecciones que por circunstancias semejantes, en cuanto a la pérdida del poder adquisitivo de las masas, dieron lugar a la trágica explosión que reprimida del 15 de Noviembre de 1922, le otorgó un día trágico al calendario ecuatoriano.

No puede ser una gran inercia cívica la manera de responder a la situación que vemos venir pero sin enfrentarla. Es la menos propicia para cruzarse de brazos. Los signos de la magnitud de la crisis hacen nefasto mantenernos esperando una vacuna que todavía tardará en ser bien probada, antes de empezar a ser aplicada, y que tiene requerimientos de cadenas de frío con las que no contamos en todo el territorio nacional.

Los sectores productivos deben generar iniciativas orientadas a generar empleo, a reactivar los sectores que sigan garantizándonos la alimentación, asumiendo la imposibilidad de reactivar otros que, como el turismo, la propia pandemia tiene estancados y sobre los cuales no tenemos la adecuada gobernabilidad como para incidir en su reactivación.

Sin duda, urge diseñar un nuevo modelo de desarrollo económico que priorice mayor equidad.