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Montalvo después del domingo

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"Bien vale conmemorar con el Cervantes Americano, una nueva jornada en pro de las libertades ecuatorianas"

“De Cosmopolita hemos bautizado a este periódico y procuraremos ser ciudadanos de todas las naciones, ciudadanos del universo, como decía un filósofo de los sabios tiempos”, así presentaba Montalvo en la primera de sus nueve entregas llamadas Libros, el trabajo de periodismo político. De ese modo lo conceptuaba Montalvo, con mirada profundamente ecuatoriana, pero con proyección continental y mundial, tal como lo debemos hacer ahora respecto a la victoria electoral que acaba de ocurrir. En su tiempo, Montalvo luchó bravamente contra el retorno al poder de García Moreno, a finales de la sexta década del siglo XIX. En época en que algunos añoraban el retorno del tirano al que Carrión llamó “Grande”, Juan Montalvo, nacido en Ambato un día como hoy, 13 de abril de 1832, fue mucho más que el autor de la frase “mi pluma lo mató”, usada en referencia a la muerte de García Moreno en 1875: el ambateño fue constructor de ideas y de ideales de ciudadanía, rebelde y patriótico luchador en contra de los dictadores de todos los pelajes.

En los días que corren, recordar a Juan Montalvo es traer a valor presente las ideas que nos dieron fuerza antaño para no permitir el retorno al pensamiento único; un primer paso ha sido dado para combatir la pérdida de libertades y la desunión que tiene fuente en la inexistencia de un gran proyecto de unidad nacional. Luego del reciente resultado electoral, bien cabe recordar que con el natalicio de Montalvo celebramos igualmente el Día del Maestro Ecuatoriano. En efecto, nos sigue guiando el insigne ambateño, el de la pluma de acero y no cabe traicionar su pensamiento. Alto ha sido el costo pagado para gozar de libertades, y alto el que estamos dispuestos a seguir pagando para mantenerlas. Comencemos con esperanza una nueva jornada en la marcha hacia el futuro de este gran Ecuador, por la calidad de su pueblo que en ocasiones, por la mala de sus dirigentes, parece un país de eterno prólogo. La brillante jornada del domingo sugiere ser el reflejo de la voluntad de escribir nuevas páginas, que nos pongan en la ruta del éxito, en especial el de los más pobres, de modo que reverdezca la esperanza de disfrutar el pan con libertad. ¡Que la memoria de Montalvo así lo estimule!