Olmedo bicentenario

"Mañana se presenta en la Universidad Católica de Guayaquil el libro aquí reseñado brevemente"
La obra más grande de un hombre, en cualquier tiempo y lugar, es ser merecedor del título de Padre de la Independencia de su Patria. Esa condición en el Ecuador la tiene sin disputa José Joaquín Olmedo.
Por eso, doscientos años después, con el recuerdo de la finalización del colonialismo español en la Provincia Libre de Guayaquil, se debe también honrar al Cantor de Junín. Así ha ocurrido y son múltiples las plumas que le están rindiendo homenaje por estas fechas.
Quiero referirme en este cañonazo a una de ellas: la de un prolífico escritor especializado, sin proponérselo, en independentismo guayaquileño, pero digno de tal reconocimiento por el contenido de su obra, permanentemente vinculado con las cosas inherentes a la “civitas” en su doble vertiente: ciudadanía y civismo.
En efecto, el Dr. Jorge Pino Vernaza es un reconocido impulsor del autonomismo a comienzos del presente siglo y ahora avanza con su Olmedo y Rocafuerte a la propuesta de un Estado federal, al que desea otorgarle sustento histórico.
Se nota en el desarrollo de sus textos la condición de maestro universitario que hace gala de sus conocimientos sobre derecho constitucional y derecho político, sin permitir que pierdan la frescura de quien también ha cultivado la redacción de artículos de opinión en diversos medios.
En los anexos incluye documentos de permanente vigencia, tal cual el Reglamento Provisorio Constitucional de Guayaquil del 11 de noviembre 1820, primera Carta Magna del futuro Ecuador.
Rescata también las palabras de Olmedo dirigidas a Rocafuerte, en la Convención de Ambato de 1835: (...) “El ciudadano investido de poder no tiene más derechos ni más prerrogativas que las de tener mayores facultades para el bien, y la de ser el primero en marchar por la estrecha senda de las leyes; ni debe proponerse otra recompensa que la esperanza de merecer un día, por su moderación, por su constancia, por su cordial sumisión a las leyes el amor de sus ciudadanos y la gratitud de su Patria”. Olmedo, al decir de su médico Juan B. Destruge, “fue modelo de imitación para presentar a los hombres”. Sigue siéndolo.