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Un país impasible, pero...

Avatar del Francisco Huerta

El Azuay, sus universidades y su gente son paradigma de comportamiento ciudadano.

Ante la impasibilidad cómplice de la mayoría de los políticos, que no dicen ni pío frente a todo tipo de ofensas a la ética pública, solo queda la reacción ciudadana como respuesta pero, también se ha perdido.

Los ciudadanos admiten deportivamente los múltiples atropellos cotidianos que se dan en las distintas esferas del poder, en ámbito nacional o local.

Así, los funcionarios de alto, mediano o bajo rango, que ya tienen garantizada la impunidad en razón de una administración de justicia que no ha logrado superar las metidas de mano del poder en turno, tampoco están sometidos a género alguno de presión social, dados los pésimos hábitos al respecto del común de los habitantes con cédula, que no ciudadanos, que pueblan al Ecuador de nuestros días.

Por fortuna, en ese y otros campos, el Azuay es una provincia de excepción y constituye una reserva moral de la nación; es justo destacarlo.

No es menor el rol cumplido por las instituciones de educación superior en el logro alcanzado. Precisamente el miércoles próximo se inicia en Cuenca, organizado por la Universidad del Azuay, un Congreso Internacional sobre Ética, Universidad y Sociedad que continuará sembrando valores, tal cual ha venido haciendo en los últimos años.

Es digno de ser destacado también el esfuerzo ciudadano por defender la naturaleza y de manera particular las fuentes de agua para consumo humano, en riesgo de ser ofendidas por una agresiva minería que, de paso, haciendo bien las cuentas, ni siquiera dejaría un rédito económico mayor, al decir de cuencanos que conocen del tema. Por ello, las varias consultas realizadas, en las que se ha podido observar un alto sentido ciudadano, el resultado ha sido un rotundo no destinado a proteger esas maravillas que como el parque natural El Cajas tiene la privilegiada provincia.

Ojalá el Ecuador mirase en el ejemplo del Azuay un rol a seguir, no únicamente en defensa del medio ambiente, que también, pero, sobre todo, una decisión ciudadana en defensa de los intereses generales que se expresan con firmeza y que, pese a la presión oficial en contrario, morlacamente se ratifican.