Recuento

Recibí la condecoración a nombre de todos los que han sabido soñar conmigo, en la construcción de una nueva república’.
Es un privilegio extraordinario recibir reconocimientos mientras se está sobre la tierra y no bajo ella, por las actividades que uno realiza. He tenido la buena fortuna de obtener algunos a lo largo de los años. Ellos han compensado las horas amargas que nunca faltan. Podría decir que mi balance es favorable. Por eso disfruto junto a los míos, la hermosa tarea de vivir. Y, en acuerdo con Marañón, recordando: “Vivir no es solo existir/sino existir y crear./ Saber gozar y sufrir/ y no dormir sin soñar./Descansar/ es empezar a morir.”
Ahora, en una especie de fin de ciclo de mi vida pública, el presidente Guillermo Lasso Mendoza acaba de conferirme la Orden San Lorenzo. Me siento orgulloso, obviamente, pero la recibí con humildad y gratitud. No se puede ser grato cuando se deja de ser humilde. También, conociendo su significado, tengo la obligación de honrarla. Hago propósito al respecto. Cuando los patriotas del 10 de Agosto de 1809 la establecieron, era una recompensa a la defensa de las libertades. De entonces para acá sabemos, con Haya de la Torre, que no basta la libertad sin pan. Tiene una gran tarea por delante, presidente Lasso: mejor dicho, tenemos. Sí, la buena marcha del gobierno nos compete a todos. Hace ya medio siglo que he invitado a una gran minga para hacer una nueva república. Sin hacer juicio sobre lo logrado, me queda claro que los enemigos del cambio son poderosos y están más y mejor organizados que el común. Ojalá usted pueda llevar adelante la tarea de hacer de la democracia ecuatoriana un gobierno del pueblo, por el pueblo e igualmente para el pueblo.
La angustia de los humildes es vieja y cotidiana. Es obligatorio un esfuerzo nacional por superarla. El buen resultado que está alcanzando la vacunación prueba que el acuerdo se siente como necesidad y entonces es posible.
Perdonen los lectores estas disquisiciones derivadas de un requerimiento íntimo de revisar y proponer. Llega el momento de mirar atrás para seguir persiguiendo los sueños no cumplidos.