Nos robaron el sueldo del Ecuador

"El país les importa menos de lo que podría suponerse dados sus aspavientos cívicos y sus manifestaciones de religiosidad que, en teoría, los obligarían a no robar".
Ya no llama la atención. Es pan amargo cotidiano que hay que digerir envenenado. Y de paso, los atracos no son descubrimientos nuestros. Son, la mayor parte, investigaciones realizadas en los Estados Unidos o con los Estados Unidos por coaliciones de periodistas decididos a combatir la corrupción.
Al respecto cabe insistir, quienes han hecho de la política un instrumento para el asalto del poder, no van a cambiar. A ellos hay que encarcelarlos para que paguen sus culpas. Hacerlo sirve de algo frente a la conciencia pública. Peor sería la absoluta impunidad. Es esa sensación precisamente, la de que el partido lo controlaba todo y lo permitía todo, la que desbordó la actual pandemia de corrupción.
Sin embargo, más allá de sancionar lo importante es hacer llegar a la conciencia de todos que los fondos públicos son sagrados. El colmo nacional es que se haya permitido robar insumos médicos con altos sobreprecios durante la más grave explosión de la pandemia. Quienes lo hicieron no guardan el menor sentimiento de ecuatorianidad. El país les importa menos de lo que podría suponerse dados sus aspavientos cívicos y sus manifestaciones de religiosidad que, en teoría, los obligarían a no robar.
Por eso, lo de fondo, es crear ejemplaridad pública. Dar ejemplo de manejo escrupuloso de los fondos que son de todos. Con mayor razón en el marco de la creciente crisis económica que estamos sufriendo. No se trata entonces de solamente combatir la corrupción, que también pata que no prime la impunidad, pero lo sustantivo es predicar con el ejemplo, elegir autoridades que sean garantía de probidad. Hay que poner de moda la honradez cuando ha estado de moda la pillería. Creo que la próxima campaña electoral es una brillante oportunidad de empezar a cambiar las cosas desechando, de entrada, a los candidatos sospechosos de tener uñas largas.
El sueldo del Ecuador, que es alto, pero de todos modos insuficiente, no puede seguir estando a la libre disponibilidad de los delincuentes. Expulsarlos de las negociaciones petroleras es clave.