Las más carillas
"Resulta nauseabundo lo ocurrido en múltiples instituciones especializadas en comprar con altos sobreprecios"
Solo con el título del presente cañonazo intento bromear pero, lo hago buscando disipar la bruma melancólica de estos días. Ahora estoy indignado. Son unos tales por cuales, con respeto a sus señoras madres sea dicho, toda la tropa de corruptos que se presta para vender con sobreprecios, insumos hospitalarios en tiempos de crisis sanitaria.
Y la sinverguencería es total. Involucra a los funcionarios del ministerio y del Sercop, que tienen como obligación verificar que los oferentes estén inscritos en las listas de comerciantes dedicados a esa actividad.
Por supuesto, involucra también a los directivos de los hospitales que aceptan transar en dichos “acuerdos entre privados” por una determinada cantidad del total obtenido, puesto que el reparto, al parecer, es entre muchos actores; de allí la increíble desmesura de los sobreprecios.
Involucra, más tarde, a quienes están a cargo de las bodegas y que dejan expirar los productos, de modo que sin haberlos usado haya que solicitar su reposición.
Por el estilo, hay toda una cadena de oferentes falsos para “cumplir con la ley” hasta llegar al jefe real de la pandilla, que es un cacique político, puesto que por él ha sido nombrado en el sitio de que se trate, el infeliz con posibilidades de firmar contratos.
Y ahora, después de años de estar tolerando este género de delitos, vienen con el incremento de las penas y la creación de tipos penales destinados a perseguirlos.
Eso sí que es ser cara de tuco. ¿Caerá alguno de los implicados en este tipo de actos que por de pronto sorprende por la magnitud de su extensión?
Lo que me gustaría es que se insista en una Ley de Extinción de dominio y que los legisladores se atrevan a crear la figura del delito político para actos como los reseñados, que conlleve la pérdida de la ciudadanía y unos buenos años de cárcel.
#Si se mantiene la impunidad como quehacer permanente y garantizado, la corrupción continuará avanzando hasta dejarnos sin país. Corresponde a los patriotas impedirlo y dedicar a lograrlo el esfuerzo que haga falta. Las nuevas generaciones lo agradecerán. Y unos pocos de las actuales también.