Este complicado marzo

La situación mundial debería obligar a nuestra clase política a revestir de seriedad y patriotismo a sus acciones
Faltan diez días para que se acabe marzo. Es imperativo que antes, termine la guerra. La estulticia bélica no puede continuar al igual que la inercia del planeta. China tiene la llave del fin de la guerra. Si no le proporciona ayuda a Rusia, Putin tendrá que retroceder en sus aventuradas pretensiones.
No me resulta convincente que China deba apoyar el ataque a Ucrania para tener la justificación de hacerlo con Taiwán. La situación de la antigua Formosa no pone en riesgo al gigante asiático. A China le conviene la paz.
Como bien señala Edgar Morin en Cambiemos de vía: lecciones de la pandemia. 2020, "en las altas esferas, la política se ha vaciado de todo contenido para ponerse a remolque de la economía: la economía se ha sometido al neoliberalismo y al cálculo que cuantifica y deshumaniza todo lo que trata, que ignora lo improbable y lo imprevisto".
Y añade, como para predisponernos a actuar en consecuencia: "El número creciente de Estados que poseen armas nucleares y el desarrollo de su producción hará que su empleo sea cada vez menos improbable".
Continuando con voz profética, advierte: "Corremos el riesgo de entrar en una era ciclónica y que nos suceda lo mismo que en Sarajevo en 1914 o en Dánzig en 1939; la bomba y la reivindicación de un iluminado provocaron en aquellas ocasiones, por reacciones en cadena totalmente imprevistas, el estallido de dos guerras que fueron hecatombes mundiales".
No sabemos si la continuación de los procesos regresivos provocará una barbarie planetaria, si favorecerá la constitución de Estados neoautoritarios o si desencadenará resistencias y bajo que formas. Todo esto convierte en irrisoria la afirmación eufórica de Steven Pinker, según la cual hemos entrado en la era más pacífica y feliz de la vida humana.
"Es vital cambiar de vía".
Eso significa: buscar o construir una nueva vía. "Apela a un despertar ciudadano y a la toma de conciencia de los problemas vitales que están en juego".
Mientras tanto es ridículo seguir jugando a la política en países como el nuestro.
P. S. Buen viaje Alfredo. Te vamos a extrañar. El país te debe mucho. Gracias por todo