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Había una vez...

Avatar del Francisco Huerta

"Esta es una historia de ficción. Cualquier parecido con la vida real es mera coincidencia"

...un país muy rico y muy trabajador donde, por la plaga de corrupción que lo azotaba, cada vez con más fuerza, una gran cantidad de sus laboriosos habitantes eran cada vez más pobres y una pequeña cantidad de ellos aparecían de pronto como poseedores de grandes fortunas cuyo origen se sospechaba pero no podía probarse doloso, puesto que bien podría ser un “acuerdo entre privados”, fórmula que el reino propiciaba con gran entusiasmo.

El rey, cuando recibió la corona de su otrora apreciado antecesor, parece que ya sospechaba respecto a la existencia de la mencionada plaga y prometió erradicarla aplicando cirugía mayor; pero era de tal magnitud la patológica condición que llegó a palacio y poco a poco se le fueron robando los instrumentos con que pensaba realizar las delicadas operaciones quirúrgicas.

Para colmo, a él mismo empezó a afectarlo una molesta situación que lo paralizaba desde las manos hasta el codo. Dicha afección le había empezado con ligeros síntomas desde los días en que cumplía misiones en el extranjero, pero ahora le impedía ser fiel a su promesa mayor, lo cual creaba una molesta situación, pues motivaba un constante rumor entre los súbditos, cansados de ver cómo la corrupción crecía sin respetar en sus desmesurados afanes por invadirlo todo, ni el peligro para la vida ni el respeto para la muerte.

Así, el rey, para sentirse satisfecho aunque sea de manera mínima en cuanto al cumplimiento de su oferta, ahora hacía que a quienes querían denunciar nuevos casos de la terrible enfermedad les pongan esparadrapo en la boca e impidan sus denuncias, de modo que no se siga alterando la bendita paz franciscana de la que tradicionalmente gozaba su pequeño reino.

Se hizo también el esfuerzo de elaborar proyectos que endurecían las penas, pero el efecto fue casi inexistente. Los corruptos sabían que la corrupción generaba una especial inmunidad que al final derivaba en impunidad.

La única solución era la vacuna; como en el reino no había capacidad de generarla se pensó en una comisión internacional que viniera al reino a tratar de enfrentarla, pero eso violaba la soberanía...