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Juegos peligrosos y una grata noticia

Avatar del Francisco Huerta

Hay que retomar el espíritu y la alianza que permitió ganar las elecciones. Hay que volver a la voluntad común que permitió vacunar a nueve millones

Para quienes hemos luchado por la construcción de una democracia radical en el Ecuador, es intolerable que se juegue con el pequeño avance logrado. (Aclaro que radical, para que los tibios no sufran, desea significar democracia de raíz, democracia sustentada en la organización y la capacitación del pueblo ecuatoriano. Cualquier otra manera de entender será una caricatura.

 Con la institucionalidad en plena crisis, si le sumamos la todavía no conseguida reactivación económica, ahora retardada por la invasión de Rusia a Ucrania, el panorama se oscurece y no se ve la luz al final del túnel. Ello hace también más difícil de controlar a la pandemia de inseguridad, mientras continúa agitado el tenebroso oleaje de la corrupción.

Aunque parezca inútil hacerlo, me permito invocar al patriotismo de los políticos. No pueden continuar en el peligroso juego en que han entrado. Están poniendo en riesgo la todavía flaca posibilidad de salir del bache en que la década infame dejó al Ecuador y ello tiene un alto costo de sufrimiento y mala vida para una mayoría de los compatriotas. Hora es de cambiar comportamientos. La Patria sabrá reconocerlo o demandarlo.

Y no quería dejar pasar más tiempo sin adherir a la propuesta de concederle el Premio Eugenio Espejo al doctor Marco Antonio Rodríguez, que distintas instituciones culturales y académicas del país han planteado. Siendo que me honro con su amistad, mi adhesión no obedece a ello. Los múltiples méritos de Marco Antonio se defienden solos. Doctor en Jurisprudencia, doctor en Filosofía y Letras, máster en Ciencias Políticas y todo como aderezo a una extraordinaria calidad humana de amplio talante democrático, que no ha olvidado la obligación de ser antes de todo un ciudadano, ha prestado invalorables contribuciones al desarrollo del país, promoviendo cultura con sus libros, con sus artículos, en sus conferencias, en sus cátedras. Bien haría el Gobierno nacional en reconocérselo, otorgándole la más alta presea establecida para manifestar aprecio a quienes con su pluma y su palabra han engrandecido al Ecuador. Sería un gran acierto.