Para mantener viva la esperanza
En el gran laboratorio de búsquedas que es América Latina, ojalá que el Ecuador pudiese gritar: Eureka’.
El mundo, conmovido por una pandemia, está siendo el escenario de profundas transformaciones en todo orden de asuntos. Se ha conmovido la economía de todos los países; se ha mostrado la inutilidad de las doctrinas políticas cerradas, peor todavía cuando tienen pretensiones proféticas de diseñar el futuro. Se ha producido en fin, una crisis de magnitud tal que no puede pretenderse resolverla con los instrumentos del pasado, pues están desgastados y desprestigiados. Y sin embargo de la gran conmoción y confusión, viejos y descuidados temas han recuperado significado y valor, tal cual las libertades, y sectores como el agrícola o el de la salud. El campo nos mantuvo la canasta alimentaria y la COVID-19 desnudó el descuido en la protección de la salud. En América Latina, donde la multiplicidad de las naciones genera también búsquedas múltiples, se ha probado de todo hacia la derecha y hacia la izquierda, sin encontrar camino todavía, porque los costos que suponen los recetarios aplicados eran onerosos en lo social y en libertades. Así, mirando el Ecuador pospandemia sería absurdo que habiendo superado el mal llamado socialismo del siglo XXI retornemos al también mal llamado neoliberalismo, que es apenas un conservadorismo reencauchado.
Para que no muera la esperanza y todo se reduzca a una nueva oscilación de un péndulo perverso, hay que mantener los oídos dispuestos a escuchar lo que ocurre en el planeta y entre nosotros. Hay que volver a instaurar un diálogo serio que no sea apenas una pantomima y encontrar equilibrios pletóricos de justicia y equidad. Los cien primeros días de Biden son una prueba de que es posible avanzar sin atropellar las libertades y que no es pecado la intervención del Estado cuando lo hace para buscar reactivar la economía. La experiencia de la Argentina tras Macri, otro espejo en qué mirarnos. Igualmente lo que se supone va a ocurrir en el vecindario. Por otra parte, la magnitud de la pobreza y el desempleo que sufren una mayoría de los ecuatorianos, nos obliga a buscar, entre todos, nuevas vías, dado que las tradicionales podrían provocar una explosión similar a la de Colombia. Ecuador debe mirar en la experiencia de otros, al tiempo que es mirado como experiencia interesante.