¡Se mantiene viva la esperanza!
Alguna gente, que se ha quedado sin ánimo hasta de disfrutar de un Cuba Libre, pese a amar la Coca Cola, tratará de estorbar
Me alegro de la elección de Guadalupe Llori, tal cual una mayoría del pueblo ecuatoriano, que se manifiesta coherente con la propuesta de combatir la corrupción y encontrarse con todos los sectores, que hizo como candidato el presidente electo y que ahora está en obligación de mantener.
Igual que respecto de la COVID-19 tenemos que vacunarnos masivamente contra la corrupción, y en doble dosis, manteniendo distanciamiento social con los corruptos. Al menos con sus cabecillas. A otros hay que continuar educándolos en valores, bajo la premisa de que se predica con el ejemplo.
No se puede prometer combatir la corrupción y pactar con ella, ni para sostener la gobernabilidad. Por supuesto que la gobernabilidad es importante pero, aun en las peores crisis, se la sostiene, y me consta, evidenciando que se trabaja para defender los intereses generales.
Ahora, con las funciones del Estado en buenas manos, hay que “pensar en las urgencias sin olvidar las importancias” y tener cuidado con “los actos de habla”, en acuerdo con las enseñanzas del querido profesor Carlos Matus.
Ojalá se cuente con una buena reserva de vacunas para no dejar de inocular hasta que lleguen las adquiridas por el nuevo gobierno.
Cuando se tomen medidas para reactivar la economía hay que pensar también en la economía popular. Si la teoría del goteo es aplicable, no se puede esperar hasta que empiece a funcionar. Hay que generar empleo en la base, con grandes obras públicas, fundamentales e intensivas en mano de obra, para que la gente empiece a ganar su pan con dignidad.
Entiendo que ya se está trabajando en la renegociación de la deuda. Con la magnitud actual de su servicio es imposible avanzar.
Obviamente, hay que conservar el capital político robusteciéndolo, elaborando una agenda legislativa de consenso y comprometiendo a la administración de justicia a, sin perseguir por razones políticas, no tolerar la impunidad. Y, por supuesto, se deben aprovechar bien los cien días de luna de miel. Alguna gente, que se ha quedado sin ánimo hasta de disfrutar de un Cuba Libre, pese a amar la Coca Cola, tratará de estorbar.