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Ruptura (II)

Avatar del Francisco Huerta

Duele un Ecuador en que el ejercicio de la política está manchado por una picaresca donde el deshonor se manifiesta grotescamente y el poder se compra, se alquila o se asalta’.

Lo advertí el 19 de abril de 2022, en artículo titulado como el presente cañonazo. El título está tomado de un texto de Manuel Castells en que trata la crisis de la denominada democracia liberal. De allí transcribí, entre otros párrafos, lo siguiente: “…cuando la reproducción automática del sistema (por ejemplo, financiero o de protección social), se ve amenazada por crisis, el reflejo de los ciudadanos es recurrir a las instituciones pagadas y elegidas por ellos para que los defiendan. Y cuando dichas instituciones no responden a su compromiso de protección de la vida, se pone en cuestión su representatividad y se denuncia su funcionamiento al servicio de intereses y valores de grupos con acceso exclusivo al poder, incluyendo la propia clase política como actor colectivo de lo que se percibe como un gigantesco engaño (…)”. “En esta situación de crisis estructural y bloqueo institucional, son los movimientos sociales autónomos, como tantas veces en la historia, los que afloran nuevas formas de acción colectiva, enraizadas en las vivencias de quienes producen, viven, sufren, aman y proyectan en el entramado de la experiencia humana”.

Pareciera que, entre nosotros, las “nuevas formas de acción colectiva” afloran con enorme violencia. Se cumple estrictamente el apotegma de Jefferson: “El árbol de la libertad se riega con sangre de patriotas y tiranos, ese es su abono natural”.

¿Pero, tenemos tiranos entre nosotros? Sí. El hambre es uno de ellos. Otro la enfermedad. Por supuesto, la ignorancia también, y llevan siglos mandando entre nosotros, especialmente en las áreas rurales, en donde la administración de justicia es todavía peor que en las zonas urbanas.

La situación es especialmente grave. Además, hay nuevos factores actuando, tal cual una evidente alianza político-delincuencial.

Así como vamos, será imposible salir de un subdesarrollo que, sobre todo, es mental.

Sin duda, se requiere organizar una gran minga nacional para construir una nueva república, para elaborar un nuevo contrato social sustentado en un auténtico patriotismo, en una ética vivida más que proclamada.