Gabriela Panchana Briones: Habitantes en busca de un salvador
...para tener una ciudadanía activa vigorosa, toda la población debería tener sus necesidades básicas cubiertas, y una formación cívica...
Hola, gracias por leerme, soy nueva aquí. Les cuento un poco de mí: soy comunicadora política de profesión y ciudadana activa por convicción. ¿Pero qué es eso de ‘ciudadana activa’? Es el ingrediente básico para que un país pueda construir una democracia saludable. Sí, ya sé que la democracia está muy venida a menos, que cada vez más personas anhelan tener un dictador carismático que elimine los problemas que padecemos los habitantes de un territorio. He ahí el tema: ¿solo queremos ser habitantes de un territorio, o queremos ser ciudadanos de un Estado? No es lo mismo.
Los habitantes no conocen sus derechos ni sus obligaciones, tampoco poseen valores fundamentales sobre la política, no se interesan en contribuir en la solución de los problemas nacionales, porque realmente no se sienten parte de la nación. Así, los habitantes no se hacen responsables de lo que sucede en su comunidad, solo se quejan. Y ruegan que llegue un salvador -del que no podrán quejarse nunca más-, que arregle todo, sin interesarse en saber por qué llegamos a estar como estamos. Si lo hicieran, tal vez se darían cuenta de que esa mentalidad de habitantes-en-busca-de-un-salvador fue parte esencial del problema. Papelón.
Ahora bien, para tener una ciudadanía activa vigorosa, toda la población debería tener sus necesidades básicas cubiertas, y una formación cívica que cultive amor y compromiso con su historia y sus compatriotas. Triste y vergonzantemente no es así en nuestro país. En gran parte, porque quienes han tenido el poder para concebir el Ecuador como un país unido en la diversidad, como una tierra prodigiosa a la que proteger, lo han forjado como parcelas de un territorio del cual extraer su botín. Muy parecido a lo que han hecho los criminales que hoy nos acechan.
Sanar esa desconexión entre nosotros y el país es la gran tarea de quienes tenemos la locura lúcida de sentir al país tan arraigado, que no podemos resignarnos a vivir en ningún otro lugar del mundo. Porque solo a este país, con todos sus pesares, lo llamamos: mi país.