Gabriela Panchana Briones | Verdades impopulares
Es que la mafia no está solo en sus operarios marginales, está sentada en la Asamblea consiguiendo votos
Queremos creer que hay salidas rápidas a los males profundos, males que tomaron años en formarse y diseminarse a través del organismo llamado Ecuador.
Hace poco más de un mes el presidente le declaró la guerra interna al narcoterrorismo. Este anuncio y la actuación contundente de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional le dieron un respiro a la ciudadanía acorralada por las bandas criminales. Un respiro.
Los ingresos adicionales que recibirá el Gobierno a partir de las leyes expeditamente aprobadas por la Asamblea también representan una breve llovizna en el desierto.
El referéndum al que acudiremos el 21 de abril será un intento más de conseguir instrumentos legales para reducir en algo la violencia criminal, el desempleo, la pobreza. Desafíos enormes que requieren de líderes políticos decididos a apostar su popularidad para decirle la verdad al país: que estamos dentro de un descomunal laberinto minado, y que la ruta de salida será larga y costosa. Que las guerras contra las mafias no se ganan solo con fuerza bélica, que se necesita de una nación unida, valiente y lúcida, capaz de identificar y combatir todos los niveles del engranaje de la narcomafia.
Es que la mafia no está solo en sus operarios marginales, está sentada en la Asamblea consiguiendo votos para reformar el Código Orgánico Integral Penal y fabricar impunidad. Está en los juzgados despachando sentencias favorables al crimen organizado. Está en el Consejo Nacional Electoral solapando las ilegalidades de los movimientos políticos afines a los carteles. Está en el resto del Estado y está también en las empresas, cuyo modelo de negocio es lavar dinero sucio. Está en los productores digitales de narrativas favorables a los delincuentes y contrarias al Estado que persigue a las mafias.
La popularidad es una ilusión efímera, pero mientras dura es una oportunidad de oro para tomar decisiones que trasciendan el cálculo electoral y que nos permitan extirpar las metástasis. Quien lidere esa proeza será, más que presidente, héroe de la república. Eso es lo que necesitamos.