Gabriela Panchana: No da lo mismo
Al exponernos a un circo mediático que despedaza honras, quieren dejarnos con la sensación de que todo es igual de turbio
Vivimos en un país donde se han rebasado tantos límites que a veces parece que hemos perdido la capacidad de asombro. Pero siempre hay quienes pueden caer aún más bajo. En este grupo se encuentran el correísmo y La Posta.
El pasado 5 de noviembre, a través de una cuenta troll masivamente difundida por la Revolución Ciudadana (RC), se anunció la publicación ilegal de los chats del celular de Fernando Villavicencio. Al día siguiente, una candidata de la RC compartió un enlace con 5.000 chats, sin verificación ni garantía alguna de que los mensajes no hayan sido manipulados (el formato permite editarlos en cualquier aplicación de texto). Esta filtración es una violación flagrante de derechos fundamentales, como el de la correspondencia y la intimidad, y además pone en riesgo la integridad de personas clave: la fiscal general, las fuentes del periodista asesinado, su familia y sus colegas.
Para que la operación fuera completa, entraron en escena los expertos en montaje de relatos políticos: La Posta.
¿Cuáles son los objetivos del consorcio RC-La Posta? Veo dos muy claros:
1. Desprestigiar el caso Metástasis: en las próximas tres semanas se espera la sentencia en el caso más grande de narcopolítica, que involucra a actores del correísmo, junto con jueces y abogados que colaboraban con narcotraficantes y otros corruptos. En los chats de Metástasis también está Boscán. La estrategia de desacreditar a la fiscal Diana Salazar, quien lidera este caso, persigue debilitarla para lograr lo único que les interesa: la impunidad.
2. Desarmarnos moralmente. Al exponernos a un circo mediático que despedaza honras, quieren dejarnos con la sensación de que todo es igual de turbio, de que todo da lo mismo. Y no da lo mismo.
“Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras.” Hannah Arendt.