Gabriela Panchana | El tictac del TikTok
En la historia reciente de nuestro país ya hay antecedentes de los naufragios políticos
Lo primero que estudié en la universidad fue publicidad, una carrera técnica de dos años. Ahí aprendí algo esencial sobre el nivel de involucramiento de los consumidores al momento de decidir una compra. Si se trata de un producto de poco interés y de bajo precio, por ejemplo: un bolígrafo sencillo, un caramelo, la publicidad no requiere dar mayor información, puede ser superficial y hasta frívola, que igual cumplirá su efecto. Si se trata, en cambio, de un producto o servicio de alto valor simbólico y real, como una medicina para una enfermedad grave o la unidad educativa para los hijos, la publicidad deberá de hacer algo más que solo llamar la atención, deberá brindar suficiente información para que el posible consumidor o cliente sienta confianza en dar el siguiente paso.
En comunicación política la situación es exponencialmente más complicada, porque los temas a tratar son complejos y los grupos objetivos son muy diversos. Si a eso le agregamos un país en crisis de seguridad, económica, de servicios públicos, incluida la más importante: la justicia, estamos frente a un Titanic, que si es conducido del mismo modo que aquel buque, terminará en un destino similar.
En la historia reciente de nuestro país ya hay antecedentes de los naufragios políticos, producto de banalizar el ejercicio del poder con derroche de golpes de efecto o distractores, mientras se acumulan los errores de la falta de gestión y de respeto por el servicio público. ¿Recuerdan cuánto era el nivel de aprobación de la exalcaldesa Cynthia Viteri hasta un poco antes de las elecciones seccionales? A finales de 2022 tenía 65.06 %, semanas después, en febrero de 2023 su votación fue de 30.39 %. ¿Cómo pasó eso? Con mucha frivolidad, total indiferencia a los problemas reales, y creyendo que a punta de solo llamar la atención, y mostrarse fuerte e irreverente bastaba.
Hoy, el gobierno del presidente Noboa parece ir por el mismo camino, desconociendo que el artilugio del TikTok no detiene el tictac de la política real, la que pasa la factura y borra sonrisas en las elecciones.