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Gabriela Panchana Briones | Indolencia en Carondelet

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Lo que resulta imperdonable es la negligencia total ante una crisis anunciada

Esta semana nos enteramos de que, en enero de 2024, el Cenace presentó un informe al Gobierno donde señala lo que ocurriría a partir de septiembre de 2024. A pesar de las advertencias y la gravedad de la situación, Noboa parece haber preferido la inacción y la indiferencia. El informe dice: “Se presentan probabilidades de déficit del 12 % en septiembre 2024, 6 % en octubre 2024, 20 % en noviembre 2024, 12 % en diciembre 2024, 10 % en enero 2025 y 4 % en febrero 2025”.

Es comprensible que cualquier administración enfrente retos complejos, pero lo que resulta imperdonable es la negligencia total ante una crisis anunciada. Daniel Noboa, con su imagen de líder joven y resolutivo, ha demostrado en este caso que la improvisación y la suerte no son suficientes. Y cuando su gobierno pudo haber tomado medidas preventivas, prefirieron buscar excusas como el sabotaje interno. ¿Es posible que la soberbia de sentirse ‘excepcional’ haya nublado su capacidad de acción?

Las pequeñas empresas, que son el motor de la economía, corren el riesgo de no subsistir por los constantes cortes de energía. El Gobierno no las puede seguir ignorando. A continuación, algunas medidas, no solo viables sino urgentes, que podrían salvar patrimonios y empleos:

1. Microcréditos preferenciales y con meses de gracia para equipos de generación que permitan mitigar los efectos de los apagones.

2. Zonas de trabajo compartido: espacios con suministro garantizado donde los emprendedores puedan continuar sus actividades productivas durante los cortes.

3. Exenciones fiscales temporales.

4. Fomento de alianzas: incentivar la colaboración entre pequeños negocios para compartir recursos energéticos, reduciendo costos y aumentando la resiliencia.

Estas son soluciones básicas que cualquier gobierno mínimamente responsable debería estar implementando. Ocho meses han sido más que suficientes para anticipar una respuesta, y el Gobierno nos ha fallado estrepitosamente.

La historia juzgará a quienes, teniendo el poder y la información, decidieron mirar hacia otro lado. Ya es hora de que el Gobierno despierte y demuestre que, más allá de la suerte, puede gobernar con responsabilidad y empatía.