Gabriela Panchana Briones | La única pregunta que importa
“Y por ello, compatriotas, no se trata de plantearse qué puede hacer el país por uno, sino preguntarse qué puede uno hacer.”
La familia Kennedy es la dinastía política más famosa de los Estados Unidos. En 1961, a los 43 años, John F. Kennedy fue el segundo presidente más joven de ese país.
Durante 64 años consecutivos, desde que JFK empezó su carrera política como representante de Massachussets en 1947, hasta 2011, por lo menos un miembro del clan Kennedy ocupó un cargo de elección, por eso se le atribuye a esta familia un alto impacto en la política, la cultura y la historia de los Estados Unidos a lo largo del siglo XX.
Desde el primer Kennedy que nació en Estados Unidos, Patrick Joseph, bisabuelo de JFK, la familia concibió la política como una manera de retribuir al país lo que este les había dado. Como inmigrantes habían pasado de ser obreros a prósperos empresarios.
Uno de los lemas que marcó las decisiones políticas de los Kennedy es un versículo del evangelio que dice: al que mucho se le ha dado, mucho le será exigido. En esa misma línea, la frase más famosa de los discursos de JFK es esta: “Y por ello, compatriotas, no se trata de plantearse qué puede hacer el país por uno, sino preguntarse qué puede uno hacer por su país”. Y esa creo que es la pregunta más importante que debemos hacernos todos, ciudadanos y gobernantes. Si lo hiciéramos, estoy segura de que tendríamos un país cada día un poco mejor. Si lo que rige nuestros actos es el egoísmo, la conveniencia individual sin importar las consecuencias para el resto, tendremos más de lo que hoy nos sobra y aflige.
Pero imaginemos cómo sería el presidente Daniel Noboa, que, según contó el candidato a la presidencia de los EE.UU., Robert F. Kennedy, sobrino de JFK, fue criado en su casa, si tuviera incrustados esos principios de preguntarse qué puede hacer él por su país, y no al revés, como parece que sucede al poner al gabinete, centrales de inteligencia, Fiscalía General, Corte Nacional de Justicia, Procuraduría, Consejo Nacional Electoral, Tribunal Contencioso Electoral, Asamblea Nacional, y, como si fuera un ‘’déjà vu del estado de propaganda, hasta a los medios públicos, al servicio de su agenda: sacar del paso a la vicepresidenta que él mismo eligió.