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Gaitán Villavicencio | Política y corrupción en Durán

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Este gran desfase produjo la permanente y creciente pérdida de calidad de vida

La gran pregunta que nos hacemos los ecuatorianos es ¿cómo y por qué Durán devino en la urbe más violenta del país, de la región y del mundo? La respuesta es compleja y exige objetividad para evitar prejuicios y subjetividades en el tratamiento del tema, por su proximidad y vinculaciones. Los factores explicativos debemos buscarlos en este último medio siglo, tras la construcción del puente sobre el río Guayas y desde su cantonización en 1986, que nos destacan la ausencia relativa del Estado en esta ciudad y la poca importancia que las élites dominantes le dieron pese a su localización geográfica y valor en la movilidad nacional. Resaltando que la tasa de homicidios en Durán es del 84,56 % por cada 100 mil habitantes y la de Guayaquil del 67, 97 %, en estas dos últimas décadas la situación de Durán se agravó como consecuencia de su desmesurado crecimiento poblacional, por encima del 6 % anual, mientras este se reducía en Guayaquil; y por la ineficiencia e incapacidad de los aparatos del Estado de dotarlo de los medios de consumo colectivo que demandaban sus residentes. Este gran desfase produjo la permanente y creciente pérdida de calidad de vida y la convirtió en un nuevo suburbio para el excedente poblacional guayaquileño y nuevo destino de las migraciones internas del país. En el Plan de Convivencia Pacífica y Gobernanza Ciudadana, elaborado por Unodc- NN. UU. este año, se destaca que “para la pacificación del cantón, el mayor desafío es la legalización de los predios y la dotación del agua potable”. Al respecto debemos agregar que el tráfico del suelo urbano se acrecentó a partir de la década de los 90 en una corrupta e ilegal alianza entre líderes políticos municipales y dirigentes barriales vinculados con jóvenes pandilleros, principalmente de los Latin Kings venidos de Guayaquil. Señala también que el agua y la tierra son los recursos aprovechados por los grupos criminales, empleados municipales, políticos locales y exfuncionarios públicos, generando situaciones de corrupción institucional. En Durán las pandillas juveniles evolucionaron y se transformaron en bandas criminales al servicio de capos mafiosos locales, como Norero o Jordán, o de cárteles internacionales. Continuaremos.