Gaitán Villavicencio | Ultraderecha, guerra de exterminio y genocidio
“Si los palestinos no tienen hogar y sensación de hogar, nosotros tampoco (lo tendremos). Así funciona la física humana”.
Desde la repudiable masacre perpetrada por la milicia islamista Hamás en Israel el 7 de octubre, que provocó que hasta hoy el gobierno ultraderechista de Netanyahu y sus aliados nacionalistas y ortodoxos, y la FDI masacren diariamente a población civil de Gaza (mujeres, niños y ancianos), hay alrededor de 38 mil muertos como consecuencia de la implacable lógica destructora sionista radical. Incluso se está usando como arma de destrucción masiva a la comida, para eliminar a los gazatíes por desnutrición y hambruna.
Entramos al noveno mes de esta guerra desproporcionada y cruenta, que corre el riesgo de escalamiento regional al implicar a Líbano, Siria, Irán o Irak. Netanyahu, haciendo gala de su prepotencia, ni siquiera acepta debatir la propuesta de alto el fuego del presidente Biden, su protector y aliado, pues posiblemente ve cerca el triunfo del delincuente Trump. ¿Por qué en su pragmatismo Netanyahu confunde masacrar a la población civil de Gaza con aniquilar a Hamás? ¿Posiblemente esta guerra de exterminio esté escondiendo intereses complejos qué Netanyahu y su camarilla protegen? Tenemos una triple respuesta: 1.- Con el alargamiento de la guerra Netanyahu se protege de los tres juicios por corrupción en Fiscalía; dice el senador judío norteamericano Chuck Shumer, “antepone su supervivencia política al bien de Israel”. 2.- El gabinete gubernamental israelí, el más ultraderechista de su historia, donde se destacan Smotrich, Ben-Gvir y Galant, y miles de colonos supremacistas, exigen aplicar una limpieza étnica en Gaza. Con la consigna “solo un traslado (de palestinos fuera de Gaza) puede traer la paz”, acuñada por el rabino sentenciado Uzi Sharbaf. 3.- Los líderes militares recomiendan y exigen aplicar mano dura contra los enemigos, con la doctrina Dahiya, que significa suburbio en árabe y fue aplicada por primera vez en una zona residencial al sur de Beirut dominada por Hizbulá, que fue casi destruida por los bombardeos de 2006, y ahora en Gaza.
Señala David Grossman, el más importante escritor israelí vivo, “si los palestinos no tienen hogar y sensación de hogar, nosotros tampoco (lo tendremos). Así funciona la física humana”.