Un año después

Esta guerra tiene implicaciones globales como consecuencia de la dinámica bélica y las sanciones mundiales de represalia
El 24 de febrero se conmemoró el primer año de la invasión rusa a Ucrania, año que ha permitido conocer por parte de todos los protagonistas, activos y pasivos, en combate o a la retaguardia, una serie de justificativos mentirosos, mendaces o verdades a medias para su participación en esta absurda y nefasta guerra iniciada por el ex-KGB Putin, pero que tiene implicaciones globales en diferentes ámbitos. La llamada eufemísticamente “operación militar especial” por Putin y su camarilla se fue convirtiendo en una desigual, brutal y sangrienta invasión bélica que ha polarizado políticamente a las naciones en la ONU y por ello conlleva una empatada cooperación económica y en armamentos, mundial, a ambos contendores. Los más afectados son las poblaciones civiles -residentes y desplazados- y los centros urbanos ucranios; incluso se sospechan violaciones al derecho internacional humanitario por parte del Goliat ruso, que implicarían al Tribunal Penal Internacional, cuya estrategia imperialista es clara: sitiar, bombardear y arrasar para conquistar hasta quebrar totalmente la resistencia ucrania, y empleo del chantaje nuclear a Occidente. Desde 1991 Ucrania es un Estado-nación independiente, reconocido internacionalmente, salvo por la Federación Rusa, que lo considera “territorio histórico de la santa Rusia” según los ultranacionalistas y autócratas encabezados por el zar Putin, que basa su poder en sus tres ejércitos: el militar, el informático y el grupo privado de mercenarios Wagner, liderado por el empresario Yevgeny Prigozhin. Se calcula que hasta ahora han perecido alrededor de nueve mil de sus miembros. Esta guerra tiene implicaciones globales como consecuencia de la dinámica bélica y las sanciones mundiales de represalia, principalmente en los sectores económicos de la energía y la alimentación -granos y fertilizantes- provocando desabastecimiento y escalamiento de precios, generando persistentes procesos inflacionarios, con manifestaciones planetarias; y en la capacidad de financiación. Es una guerra mundializada, que se prevé larga, por ello es obligatorio impulsar negociaciones de paz: sobre un alto al fuego, el fin de las sanciones y el respeto a la integridad territorial de Ucrania.