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Estado de Apartheid; gobierno ultraderechista

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Esta transformación apunta al sistema judicial, desmantela la separación de poderes y de controles y equilibrios en un Estado de derecho

Desde fines de diciembre pasado, Benjamín Netanyahu preside el gobierno más derechista de la historia de Israel en sus 75 años, como resultado de la coalición electoral con seis partidos nacionalistas, ultraortodoxos y mesiánicos, predominantemente machistas, homófobos, racistas y antiárabes, situación que hubiera sido repudiada por los fundadores del sionismo. Pero ahora Bibi por sexta vez es jefe del gobierno que manejó entre marzo del 2009 y junio del 2021, por encima de las causas judiciales que tiene pendientes por corrupción por la Fiscalía, y ante un país polarizado y un sistema político fragmentado, gracias a solo 64 votos parlamentarios coaligados. Los objetivos actuales de Netanyahu son: montar un Estado judío autoritario e iliberal que le permita lograr la anexión definitiva, sin declararla formalmente, de la zona C (60 % de 5.600 km2) de Judea Samaria, como denominan oficialmente al área ocupada palestina; impedir la posibilidad de un Estado palestino, inhabilitando su continuidad territorial; y llevar adelante los Acuerdos de Abraham con Arabia Saudí, vía abierta por Trump para dividir más al islam y aprovechar el negocio petrolero. Para ello congeló los diálogos de paz desde 2014 y en junio de 2018 logró la aprobación por parte del parlamento de la Ley fundamental de Israel como Estado-nación del pueblo judío, discriminando a las minorías palestinas israelíes y drusas. Posteriormente sancionó la ley que permite al gobierno revocar la ciudadanía o residencia de palestinos que hayan cometido ‘actos de terrorismo’, según las autoridades israelíes, que serán deportados a Cisjordania o Gaza, lo que constituye un acto de traslado forzoso, considerado crimen de guerra y sujeto al Tribunal Penal Internacional. Ahora prioriza las reformas políticas exigidas por sus aliados. Netanyahu está realizando un profundo cambio en el Estado y la democracia liberal. Esta transformación apunta al sistema judicial, desmantela la separación de poderes y de controles y equilibrios en un Estado de derecho. Interviene en el sistema educativo para la definición estricta de la judeidad y más privilegios a los ultraortodoxos, y en la prohibición de construcciones palestinas en la zona C.