Balance mundial y regional 2022

Se registra una lucha desigual contra el narcotráfico, crimen organizado y la corrupción estatal y privada.
Este casi concluido 2022 cargó con las duras medidas sanitarias de dos años de pandemia y sus impactos negativos a todos los niveles de la vida social, así como el pesado fardo de la recesión mundial vigente por los acontecimientos económicos de 2008 y 2014. Ello produjo, que, además, las erráticas políticas neoliberales aplicadas por los gobiernos aumenten la pobreza y desigualdades mundiales. En este escenario-mundo van a sobresalir en la coyuntura los recurrentes rebrotes de la pandemia de covid-19 en sus nuevas variantes, provocando más desigualdad global por el inequitativo acceso a vacunas; el laxismo de los gobiernos frente a la pandemia por las protestas sociales que se produjeron, pero con sistemas de salud débiles y de reducida calidad; el bajo crecimiento de la economía global y de la mayoría de los países por la inestabilidad de los mercados financieros y una inflación persistente; los cuellos de botella en la cadena de suministros por problemas en la logística naviera que afectaron gravemente al comercio internacional; la invasión rusa a Ucrania que se destaca por sus dimensiones globales y que aumentó la inseguridad alimentaria global y de productos energéticos; y la afectación a la democracia amenazada por populismos ultraderechistas, como los casos de Italia, Hungría, Polonia. Mientras, América Latina y Caribe durante este inestable año han sido influenciados por la compleja dinámica de la globalización, pero con particularidades: la mayoría de los gobiernos son de orientación progresista, mas pertenecen a una generación diferente a la primera por lo relacionado a las alianzas, menor dogmatismo ideológico y más flexibilidad política en la gestión del Estado. Hay también pueblos más movilizados que exigen demandas sociales específicas, como las de los jóvenes en la Colombia de Petro o el rechazo al proyecto de Constitución apoyado por Boric en Chile. Amerita citar el caso de Lula, líder de la primera ola, que por los problemas políticos que tuvo cambió y pudo vencer por estrecho margen a un Bolsonaro polarizador. Se registra una lucha desigual contra el narcotráfico, crimen organizado y la corrupción estatal y privada.